Perlas de Sabiduría

lunes, 1 de octubre de 2007

Versículos extraídos del Tao Te Ching, de Lao Tse.

· En el mundo todos saben que lo bello es bello, y de ahí conocen qué es lo feo, que lo bueno es bueno, y de ahí lo que no es bueno. El ser y no ser mutuamente se engendran. Lo fácil y lo difícil mutuamente se hacen. Lo largo y lo corto mutuamente se perfilan. Lo alto y lo bajo mutuamente se desnivelan. El sonido y su tono mutuamente se armonizan. Delante y detrás se suceden.
· Por eso, el hombre perfecto se aplica a la tarea de no hacer nada y de enseñar callando.
· Hace los diez mil seres. Nada rehúsa. Los engendra sin adueñarse de ellos. Los hace y no se apoya en ellos.
· Hecha su obra, no se queda con ella. No se queda con ella, pero tampoco se ausenta de ella.

· No estimar en mucho los talentos para que en el pueblo no haya competiciones. No valorar en mucho los objetos costosos para que el pueblo no se haga ladrón. No ver lo codiciable para que el corazón no se alborote.
· Así, el santo vacía los corazones y llena los estómagos, debilita los deseos y robustece los huesos, siempre procura que el vulgo no sepa para que no ambicione.
· Hace que los más inteligentes no se atrevan a actuar. Con el no obrar, nada hay que no se arregle.

· Largo es el Cielo, duradera es la Tierra. El Cielo su largura y la Tierra su duración lo deben a no vivir vida propia. Por eso pueden vivir mucho (el Cielo y la Tierra son meros trasmisores del ser o de la vida y a eso deben el no agotarse y poder durar. El sabio imita ese desinterés y se prodiga. No vive con egoísmo para sí sólo. Es un canal de vida y sabiduría que más recibe cuanto más da).
· Así, también el varón santo, posponiéndose, se antepone. Descuidándose, se conserva. ¿No es, pues, verdad que su carencia de personales intereses resulta ser la causa de sus realizaciones positivas?

· La Bondad Superior es como el agua.
· El agua es buena y beneficia a los diez mil seres. No porfía. Está donde los demás aborrecen estar (lugar bajo).
· Así, quien está cerca del Tao mora en la Bondad. Su corazón ama la profundidad y la caridad. Sus palabras aman la sinceridad. Su gobierno ama el orden. En sus quehaceres ama la competencia. En su actuación ama la oportunidad. No hay queja contra él, porque él con nadie porfía.

· Treinta radios lleva el cubo de una rueda; lo útil para el carro es su nada (su hueco).
· Con arcilla se fabrican las vasijas; en ellas lo útil es la nada (de su oquedad).
· Se agujerean puertas y ventanas para hacer la casa, y la nada de ellas es lo más útil para ella.
· Así, pues, en lo que tiene ser está el interés. Pero en el no ser está la utilidad.

· Los cinco colores ciegan la vista. Los cinco sonidos ensordecen los oídos. Los cinco sabores estragan el gusto. Las carreras y la caza enloquecen los corazones. Los objetos costosos pierden al hombre.
· En consecuencia, el varón santo trabaja para los estómagos, no para los ojos.
· Aparta aquello y toma esto.

· Favor y deshonra son para la persona causa de inquietudes. Dignidades y grandezas son sus calamidades.
· ¿Por qué el favor y la deshonra son para la persona causa de inquietudes? Lograr el favor es, para un inferior, inquietud; perderlo es también inquietud. De ahí que favor y deshonra son para la persona causa de inquietudes.
· ¿Por qué las dignidades y las grandezas son calamidades de la persona? Porque la causa de las grandes calamidades es poseer personalidad propia. Si no tuviera esa su personalidad, ¿qué calamidad podría afectarle?
· De ahí que a quien puede estimar a todo el mundo como a su propia persona se le puede confiar el mundo. A quien ama al mundo como a su propia persona se le puede encomendar el gobierno del mundo (el particularismo es división y disgregación. El Tao es la Unidad y la armonía).

· Quien siendo turbio puede aclararse se aclarará lentamente con el reposo. Quien es capaz de permanecer quieto en medio del movimiento duradero podrá vivir en calma.
· Quien guarde este Tao (esta sabiduría) no deseará llenarse (de cosas), y sin llenarse podrá seguir con lo viejo sin renovarlo.

· Cuando faltó el Tao, vinieron la caridad y la justicia. Con los talentos y los ingenios vinieron las grandes falsificaciones.
· Cuando se perdió la armonía entre los seis parentescos (padre, madre, hermano mayor, hermano menor, esposa, hijos) se inventaron la piedad y el amor filial.
· Para remediar las revueltas de la nación se inventó la fidelidad del súbdito.

· Eliminad los sabios, desterrad los ingenios y aprovechará cien veces más el pueblo.
· Suprimid la caridad, abolid la justicia y el pueblo volverá a su piedad y amor filiales.
· Descartad las habilidades, suprimir el lujo y no habrá bandidos ni ladrones.
· Estas tres cosas no son sino adornos inútiles.
· La solución depende de otra cosa: mirar lo sencillo y natural (no pintado) y abrazar el tronco no trozado. Reducir egoísmos y disminuir ambiciones.

· Todos andan sobrados, yo estoy como olvidado. Mi corazón, cual el de un estúpido, está caótico. Todos brillan, yo parezco estar en tinieblas. Los demás andan atentos y activos, sólo yo languidezco. Perdido y sin paradero, cual viento en alta mar. Todos andan ricos, sólo yo me obstino en parecer un harapiento.
· Yo soy diferente de todos los demás, porque yo aprecio a la Madre Nutricia (el Tao).

· Lo encorvado se endereza, lo torcido se rectifica, lo hueco se llena, lo viejo se renueva, lo poco se logra, lo numeroso se embrolla.
· Por eso el varón santo, que se abraza a la Unidad, es la regla del mundo. Luce porque no aparece. Brilla porque no se estima. Realiza su obra porque no se empeña. Crece porque no se cuida. Nadie le disputa nada porque él con nadie contiende (Brilla y triunfa porque no lo pretende).
· ¿Es, acaso, falsa la sentencia de los antiguos: «Lo encorvado se endereza»? Resulta del todo verdadera.


· El buen corredor no deja huellas. El buen hablador no se equivoca. El buen contable no necesita fichas. El buen cerrajero no encuentra cerrojo que no pueda abrir. Para el habilidoso en hacer nudos, no hay nudo desatable.
· Así, el varón santo es siempre hábil en salvar al prójimo; a nadie desampara. Siempre bueno en remediar a todos los seres, no hay ser que abandone.
· Se dice que está vestido de la luz. Por eso, el hombre bueno no se tiene por buen maestro; el hombre no bueno tiene por buenas las riquezas del prójimo. No estimar el magisterio, no amar los dineros ajenos, aparecer ignorante siendo sabio, es la más alta maravilla.

· Quien queriendo conquistar el Imperio (el mundo) se pone a trabajar para lograrlo, a mi parecer, no lo logrará. El Imperio es utensilio muy extraordinario. No se le puede manejar. Si te pones a manejarlo lo estropearás. Cogerlo es perderlo.
· Porque las cosas unas marchan delante, otras les siguen detrás; unas respiran suavemente, otras soplan fuerte; unas son robustas, otras débiles; unas duran, otras caen.
· Por esto, el santo se cuida sólo de cortar demasías, de quitar lo pródigo, de podar lo exuberante.

· Los que con Tao asisten a los soberanos no deben, con armas, violentar el mundo. Las cosas fácilmente se trastruecan. Donde acamparon los ejércitos nacen las zarzas, y tras las tropas, inevitablemente, vienen años de hambre.
· Lo mejor es contentarse con los frutos espontáneos, sin pedir más. No arrebatar nada a la fuerza. Sólo el fruto, sin urgir más; el fruto, sin más empeñarse, sin encapricharse. El fruto, y aún éste a no poder más. El fruto sin forzar más.

· Las buenas armas son instrumentos nefastos, cosas aborrecibles. El hombre que tiene Tao no se vale de ellas.
· Para el señor la izquierda es el puesto de honor. Para el militar, que lleva armas, la derecha es el puesto de honor. Las armas son instrumentos nefastos; no son propias de perfectos caballeros. Se usan a no poder más. La paz sencilla es superior. La victoria de las armas no es hermosa. Sólo quien goza en el crimen la estima hermosa. Los propósitos de los que gozan en el crimen no pueden prevalecer en el mundo.
· Para lo fausto, el puesto de honor es la izquierda y la derecha para lo nefasto. En la milicia, el jefe segundo ocupa el puesto de la izquierda y el primero el de la derecha. Quiere decir que se guarda el ritual de los funerales. El que ha matado a muchos debe llorar. Para la victoria de las armas rige el ritual de los funerales.

· Sabio es quien conoce a los hombres y clarividente quien a sí mismo se conoce. Tiene fuerza quien vence a otros, pero sólo es fuerte quien a sí mismo se vence. Rico es quien sabe contentarse con lo que posee. Hombre de carácter y voluntad es quien obra con energía.
· No perder la posición que se tiene es durar; morir y no acabar es longevidad.

· Al pasajero le detiene la música y los manjares. El Tao, en cambio, es insulso y sin sabor cuando sale de la boca. No es vistoso a la vista, no es agradable al oído, pero su utilidad es inagotable.

· A la contracción precede necesariamente la expansión. A la blandura (debilidad) precede la dureza y la fuerza. A la ruina precede la prosperidad. Al quitar precede el dar. Esto se llama evidencia oculta: que lo tierno y blando vence lo duro y fuerte.

· Así, pues, perdido el Tao, comenzó a actuar su Te (su Virtud). Perdida la Virtud, le sustituyó el Amor, jen. Perdido el Amor, se echó mano de la Justicia. Perdida la Justicia, se quiso sustituirla por la Cortesía. Pero la Cortesía es poca fidelidad y poca confianza, y comienzo de los disturbios. La ciencia o el conocimiento de estas virtudes es sólo flor del Tao y comienzo de la estupidez.
· Por eso, los hombres grandes se aplican a cosas de más monta, dejando esas pequeñeces. Se quedan con el fruto y dejan las flores. Renuncian a aquéllas y se quedan con éstas.

· El hombre superior oye el Tao y lo practica con diligencia. El ordinario oye el Tao y lo practica con titubeos y lánguidamente. El hombre bajo se ríe a carcajadas. Si no se riera, argüiría deficiencia en el Tao mismo.

· Yo enseño lo que otros han enseñado: el hombre violento no morirá de su muerte (natural) y esto lo considero como padre de mi doctrina.

· Lo más blando o débil del mundo vence a lo más duro. La nada penetra sin resquicio. De aquí deduzco que el no hacer nada es ventajoso.
· Pocos en el mundo llegan a comprender la utilidad de enseñar con el silencio y del no hacer nada.

· ¿Qué nos es más íntimo: la fama o el cuerpo? ¿Qué nos es más estimable: el cuerpo o los objetos? ¿Qué nos es peor: el adquirir o el perder?
· Pues bien, el que mucho ama sufre mucha pérdida, y el que mucho guarda, mucho pierde. El que sabe contentarse no sufre quebranto. El que sabe detenerse no se arriesga; dura mucho.

· Cuando en el mundo florece el Tao, los caballos de tiro y de montar se usan para acarrear estiércol. Cuando falta el Tao, en los mismos arrabales de las ciudades se crían caballos para la guerra.
· No hay mayor mal que el no saber quedarse satisfecho; ni hay vicio mayor que la codicia. La satisfacción del que sabe satisfacerse es satisfacción duradera.

· Con el estudio se acumulan conocimientos de día en día; con el Tao se les disminuye de día en día, y disminuyendo más y más se llega a la inacción completa.
· Inacción que nada deja por hacer. Siempre se ha conquistado el mundo sin hacer nada para ello. No basta trabajar para ganar el mundo.

· El santo no tiene voluntad fija y constante; la voluntad del pueblo es su voluntad. Amo a los buenos y amo también a los que no son buenos para hacerles buenos. Creo a los dignos de fe y creo también a los que no merecen fe para hacerles fidedignos.
· El santo anda solícito por el Imperio. Fusiona su corazón con el mundo. El pueblo todo fija en él sus ojos y pone en él sus oídos y él los mira como a niños.

· Tapona tus sentidos, cierra tus puertas y no sentirás fatiga toda tu vida. Abrir tus sentidos y atarearte en muchos asuntos es no remediarte toda tu vida. Quien ve lo pequeño tiene vista clara. Quien se conserva blando es fuerte. Servir de su luz para volver a su claridad y no dejar enfermar su cuerpo, es vestirse de eternidad.

· Con la rectitud se gobierna un Estado. Con la táctica se manda un ejército. Con no hacer nada, se conquista el mundo.
· ¿Cómo sé yo ser esto así? De aquí: cuantas más interdicciones y prohibiciones en el mundo, más empobrecerá el pueblo. De cuantas más armas afiladas dispongan los Estados, más revueltos andarán. Cuantos más listos e ingeniosos sean los hombres, más monstruosidades aparecerán. Cuanto más abunden decretos y leyes, más bandidos habrá.
· Por eso, dice el santo: «Yo nada hago, y el pueblo por sí mismo se desenvuelve; yo amo la calma, y el pueblo por sí mismo se rectifica; yo estoy desocupado, y el pueblo enriquece; yo nada ambiciono, y el pueblo por sí mismo vuelve autenticidad del tronco no trozado.»

· A gobierno flojo, pueblo diligente. Cuanta más inquisición en el gobierno, más delincuencia en el pueblo.

· Gobernar un gran Estado es como freír pececillos (sin mucho menearlos para no deshacerlos).

· Un gran Estado se abaja, como el agua, a las mayores profundidades en las relaciones interestatales dentro del Imperio. Así se hace en ellas hembra del Imperio.
· Ahora bien, la hembra, con mantenerse quieta, vence al macho. Se abaja para estarse quieta. Así, un gran Estado, abajándose ante un Estado pequeño, conquista y se apodera del Estado pequeño. De la misma manera, un Estado pequeño, que se abaja ante un gran Estado, le conquista y se apodera del gran Estado. Así, pues, sea que se abaja para conquistar o para ser conquistado, un gran Estado no debe querer más que anexionarlo para nutrirlo. El Estado pequeño no debe pretender más que entrar a servirle. Si ambos han logrado lo que querían, las ventajas de ambos son muy grandes (Imperialismo basado no en la dureza de las armas, sino en la blandura de la condescendencia y en el servicio para el bien común).

· Lo difícil se acomete por lo más fácil; lo grande se realiza comenzando por lo pequeño. En el mundo, las cosas difíciles se hacen siempre comenzando por lo fácil, y las cosas grandes, comenzando por las pequeñas.
· Por eso, el santo, que nunca pretende hacerse grande, llega a hacer cosas grandes. Quien a la ligera promete, poco crédito se merece. Muchas facilidades resultan muchas dificultades.
· Por eso, al santo, que ve las dificultades, nada se le hace dificultoso.

· Lo que está quieto fácil es cogerlo. Fácil es remediar cuando aún no han aparecido los síntomas. Lo frágil fácilmente se rompe. Lo menudo fácilmente se dispersa. Más vale precaverlo antes de que se venga encima y arreglarlo antes de que se revuelva.
· El árbol que hoy rodea con tus brazos nació de un germen fino como un pelo. La terraza de nueve pisos comenzó por un montoncito de tierra. La caminata de mil millas se comenzó por un paso.
· Arreglarlo es estropearlo. Cogerlo es perderlo. Así, el santo nada estropea porque nada hace; nada pierde porque nada toma.
· La gente, con frecuencia, estropea la obra cuando está ya para terminarla. Si tuviera tanto cuidado al fin como al principio, no estropearía sus negocios.
· El santo, en sus preferencias, no estima los objetos preciosos; en sus estudios, se contenta con repetir lo que otros han hecho antes que él. Así es como se acomoda a la naturaleza de todos los seres sin atreverse a hacer nada nuevo.

· Los grandes ríos y el mar son los reyes de todos los valles y barrancos, porque aman abajarse; por eso, pueden hacerse los reyes de todos los valles.
· Así, el que quiere ser superior al vulgo se abaja en sus palabras. Para anteponerse al vulgo es menester posponerse. Así, el santo está encima del pueblo, pero no le es pesado al pueblo; se le pone delante, pero no le estorba al pueblo. El mundo, con gusto, le levanta y no se cansa de él. Como él no porfía, nadie en el mundo puede porfiar con él.

· Tres tesoros poseo y guardo: uno es el amor; la sobriedad el segundo, y el no atreverme a anteponerme a nadie en el mundo el tercero. Porque tengo amor, soy valeroso. Porque soy sobrio, puedo ser anchuroso. Porque no oso anteponerme a nadie, soy idóneo para jefe.

· Es axioma de táctica de guerra: no quiero ser patrón, sino huésped. No quiero avanzar una pulgada para luego retroceder un pie.
· Esto se llama avanzar sin dar un paso; repeler sin mover los brazos; conquistar al adversario y quedarse sin enemigo; apoderarse sin haber hecho uso de las armas.
· No hay mal mayor que el de menospreciar al enemigo. Al desestimarle pongo en peligro mis tesoros. De esta manera, empuñadas las armas y enfrentados los contendientes, la que a ambos debe vencer es la mutua conmiseración.

· Mis enseñanzas son fáciles de entenderse y fáciles de ser practicadas. Pero en el mundo no hay quien pueda entenderlas y nadie que pueda practicarlas.
· Mi doctrina tiene su origen; lo que enseño tiene su amo.
· Si no se le conoce es porque no se me conoce a mí. Los que me conocen son pocos y en esto se basa mi alto valor. El santo lleva sus espaldas cubiertas de burdo paño y su regazo repleto de piedras preciosas.

· Ser sabio e ignorarlo es perfección; no ser sabio y tenerse por sabio es vicio. Tener al vicio por vicio es no tener vicio.
· El santo no tiene este vicio; lo tiene por vicio y, por eso, no tiene ese vicio.

· El valor con la osadía es muerte. El valor sin osadía es vida. Perjudicial lo uno, beneficioso lo otro.
· ¿Cuál sea el motivo del aborrecimiento del Cielo? ¿Quién lo podrá saber? Esto es lo que el santo halla difícil de saberlo.
· La ley del Cielo es vencer sin combatir, hacerse responder sin haber hablado, hacer venir sin llamar, ser patente y tramar hábilmente.
· La red del Cielo es amplia y de grandes mallas, pero nada se le escapa (la justicia).

· Si el pueblo tiene hambre es porque su superior consume demasiado grano de sus contribuciones; de ahí viene el hambre.
· Si el pueblo es difícil de gobernar es porque su superior interviene y actúa demasiado; de ahí vienen las dificultades del gobierno.
· Si el pueblo desprecia la muerte es porque su superior ama mucho su propia vida; por eso menosprecia la muerte.
· Más prudente es no hacer nada por vivir, que estimar demasiado la vida.

· El hombre vivo es blando, y muerto es duro y rígido.
· Las plantas vivas son flexibles y tiernas, y muertas son duras y secas.
· La dureza y la rigidez son cualidades de la muerte. La flexibilidad y la blandura son cualidades de la vida.
· De aquí que las armas, que son duras, no puedan vencer, y que el árbol robusto termina por ser cortado por el hacha.
· Lo duro, pues, es inferior y lo blando es superior.

· Nada hay en el mundo más blando que el agua, pero nada le supera contra lo duro. A ella nada la altera.
· Lo blando vence a lo duro y lo débil vence a lo fuerte. En el mundo nadie hay que no lo sepa; pero nadie lo practica.
· La enseñanza del santo es que aquél es idóneo para señor de la tierra, que puede soportar las sordideces del Estado, y aquél puede ser soberano del Imperio, que sea capaz de sufrir los males de un Estado.
· Las doctrinas rectas se ven al revés.

· Hecha la paz de una gran enemistad, aún quedan restos de rencores antes de la paz plena.
· El santo no suele ir a querellarse con el prójimo con el documento duplicado en su mano izquierda.
· El que tiene virtud guarda su documento; el que no tiene virtud hace valerlo a fondo.
· El camino del Cielo es no simpatizar con nadie, sino estar siempre de parte del hombre bueno.

· Un pequeño Estado de poca población no querrá emplear sus decenas o centenas de armas de que dispone.
· No se aventurará a una expedición lejana por temor a pérdidas graves de vidas. Aunque tenga barcos y carros, no querrá utilizarlos.
· Auque tenga armaduras y armas, no querrá servirse de ellas en el frente de batalla.
· Hará que sus gentes vuelvan a anudar cuerdas (escritura más primitiva y sencilla, símbolo de una vida sencilla y patriarcal).
· Hará que hallen sabrosa su comida, elegantes sus vestidos, tranquilas sus moradas, alegres sus costumbres.
· Que en barriadas tan cercanas que se ven unas desde las otras y se oyen, de unas a otras, los cantos de los gallos y los ladridos de los perros, los vecinos mueran en edad avanzada, sin haberse visitado en toda la vida.

· Las palabras verdaderas no son agradables y las agradables no son verdaderas. El hombre bueno no ama discutir, y el discutidor no es bueno. El sabio no abarca mucho; el que mucho abarca no es sabio.
· El varón santo no atesora, y cuando más hace por el prójimo, más posee; cuánto más da, más tiene. La doctrina del Cielo es beneficiosa, no perjudicial. La doctrina del varón santo es hacer y no porfiar.

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