Un par de poemitas

miércoles, 25 de junio de 2008

A ritmo de Rap
Estudia, trabaja,
procúrate un techo,
alimenta una familia
y hazte un hombre de provecho.

Me decían mis padres,
eso es lo prudente,
para qué arriesgarse,
¡no seas un inconsciente!

Gasta mucho, gana poco.
Diviértete mucho, duerme poco.
Pide mucho, ofrece poco.
El que olvida esta consigna
es que debe de estar loco.

Vive mucho, sueña poco.
Come mucho, cuídate poco.
Trabaja mucho, descansa poco.
Haz lo que te de la gana,
para qué comerte el coco.

Consume mucho, piensa poco.
Bebe mucho, modérate poco.
Habla mucho, escucha poco.
Lo único que importa
es que hacia ti apunte el foco.

Sigue la corriente,
no te lo plantees,
quién puede saber más
que la propia gente.

Sigue mi consejo,
se astuto y tramposo,
y aunque no llegarás a viejo,
te harás rico y famoso.

Sentido común,
¿qué es eso?
desconfía de quien lo nombre,
te la querrá dar con queso.

Págale a Hacienda
lo mínimo y preciso,
como hace cada menda,
total, nadie se va a dar cuenta...

Vive al día,
tenlo presente,
a la gente en su mayoría
ni le importa ni lo entiende.

Sólo serás un borrego más
persiguiendo petroleros,
en este inmenso corral
con olor a estercolero.

Al fin y al cabo,
tú nunca comprenderás
que atrás en el tiempo,
sólo existirá
lo que yo más entiendo
como realidad.

En la cara oculta de la luna

En la cara oculta de la luna me escondí.
Sin dar explicaciones,
crucé la frontera de mis pasiones
y del otro lado me despedí.

En la cara oculta de la luna me oculté.
Huyendo de las tentaciones,
y sacrificando las emociones
que al otro lado experimenté.

En la cara oculta de la luna me refugié.
Alejándome de las miradas,
inquisidoras y atormentadas
que en el otro lado encontré.

En la cara oculta de la luna me quedaré.
Mientras exista la injusticia
y el amargo olor a impudicia,
al otro lado no volveré.

En la cara oculta de la luna te esperaré.
Si te sientes manipulado,
si crees que te han olvidado,
abandona el otro lado, y a mi únete.

En la cara oculta de la luna moriré.
Porque de aquí nadie se ha marchado
una vez que ha llegado
desde ese otro lado al que nunca regresaré.

Verdades y Mentiras

jueves, 19 de junio de 2008

Existe algo más que lo puramente visible, lo razonable, algo más que lo justamente establecido tras pasar por el filtro de los sentidos y de la lógica. Algo que desde el resurgir de la humanidad el hombre ha sabido que existía, que estaba ahí, que tenía implicaciones reales en sus vidas y en el mundo en general. Pero para que algo exista realmente hay que ponerle nombre, definirlo, dotarlo de naturaleza. Y es ahí donde no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo.
En tiempos remotos, cuando las diferentes civilizaciones se encontraban separadas por extensos océanos, inhóspitos desiertos o escarpadas cordilleras, todo resultaba más sencillo. De generación en generación iban pasando estos místicos conocimientos sobre lo inmaterial, divino, milagroso o celestial, importando poco el nombre recibido, dando por bueno lo aprendido. Eran altas enseñanzas surgidas en la antigüedad (siempre en la antigüedad), que llegaron a nuestros ancestros después de arduas reflexiones y duras experiencias sufridas. ¿Por qué cuestionar tales conclusiones que les llevaron a solucionar sus problemas con la naturaleza y a resolver sus dudas, conduciéndoles a una vida más serena, segura y en armonía con el entorno? Todo provenía de la misma raíz, no había controversia; de vez en cuando surgía algún iluminado en la misma comunidad que se atrevía a realizar modificaciones en la doctrina, generalmente pequeños cambios, que la completaban o la hacían algo más coherente con los cambios culturales sufridos. Si estos cambios eran bien admitidos por la comunidad, pasaban a convertirse poco a poco en parte de la Enseñanza. Y de esa manera, la “Verdad” continuaba transmitiéndose de padre a hijo eternamente.
Pero inevitablemente los pueblos comenzaron a crecer, a hacerse poderosos, empezaron a necesitar recursos que no poseían o, simplemente, se volvieron avariciosos. Y así fue como llegaron las conquistas, así fue como comenzaron a formarse los imperios y como las distintas civilizaciones acabaron mezclándose forzosamente. Los pueblos más fuertes dominaban a los más débiles, imponiéndoles su cultura, sus conocimientos y enseñanzas, aunque siempre recibiendo también de éstos algo a cambio que pudiese aportarles algún beneficio.
Fue entonces cuando comenzaron los problemas. Distintas “Verdades” se enfrentaban entre sí, teniendo que vencer una por fuerza, ya que la “Verdad” tiene que ser única e irrefutable, no admite el compartir espacio y tiempo con otra contraria y de diferente naturaleza y nombre. Pero la “Verdad” es algo muy elástico y moldeable y frecuentemente terminaban ambas “Verdades” fundiéndose en una sola, grande e incuestionable. Por supuesto, siempre con la necesaria ayuda del sanador tiempo. Fue así como, a pesar del auge y caída de los diferentes imperios, las enseñanzas sagradas continuaron su impertérrito camino hacia delante, creciendo, haciéndose poderosas por sí mismas, cambiando de nombres, de naturalezas, adoptando diferentes formas e imágenes... pero en el fondo, si perder su esencia primigenia y absoluta, su poder metafísico y sobrenatural sobre el espíritu de los hombres que creían en ella y la adoraban.
Pero el tiempo que todo lo puede y todo lo abarca continuó su viaje hacia el infinito y llegaron otras edades en que las fronteras se hicieron más difusas, edades en que los grandes océanos, desiertos y montañas dejaron de ejercer su influencia tenebrosa y amedrentadora. Los pueblos poderosos ya no se limitaban a guerrear entre ellos, no se imponían el uno sobre el otro, sino que pactaban alianzas, comerciaban entre ellos, obtenían beneficios con mutuos acuerdos. El mundo se hizo un pañuelo, y fueron tantas las distintas “Verdades”, todas grandiosas, incuestionables y hambrientas de adeptos, que se encontraron cara a cara de forma amistosa, que resultó del todo imposible unificarlas en una sola; tuvieron que aprender a convivir. Taoístas, budistas, hindúes, musulmanes, judíos, cristianos católicos, protestantes, ortodoxos, indígenas americanos... Monjes, curas, chamanes, brujos, rabinos, imanes, santones, curanderos, ascetas, maestros, científicos... Dios, dioses, Alá, Jehová, Tao, Verdad, Misterio, Todo, Universo, Cristo, Fuerza, Zeus, Naturaleza... Infinidad de nombres y definiciones para nombrar lo innombrable, para definir lo indefinible, cada uno de ellos con sus rituales, personajes, tradiciones y dogmas de fe, pero con una misma fuente insondable fruto de esa arcana curiosidad por conocer todo lo que se oculta tras lo indescifrable de la vida y lo oscuro de la muerte.
La convivencia no siempre es fácil. A la raza humana siempre le ha atemorizado lo diferente, lo desconocido, lo nuevo. Y es por ello que cuando nos enfrentamos a otras “Verdades” distintas a las establecidas y aceptadas por nuestra cultura y tradición, no siempre somos capaces de admitirlas como tal. Por el contrario, nos sentimos recelosos, las negamos con una autoridad que está muy por encima de nuestra capacidad de discernimiento y nos reafirmamos más aún si cabe en la “Verdad” que consideramos como propia, como nuestra, sin apenas reflexionar que “nuestra Verdad” es “nuestra” tan sólo porque nos fue impuesta en un pasado remoto y transmitida generacionalmente, sin más juicio que el propio de la educación recibida desde la inocente niñez.
Claro que esta convivencia no siempre es negativa. Gracias a la mezcla tan diversa de “Verdades”, fue posible la aparición de la duda. Muchos espíritus inquietos empezaron a albergar en sus corazones un sentimiento de conflicto entre aquello que siempre le habían enseñado como la “Verdad” y aquello otro en lo que otros creían ciegamente también como en su “Verdad”. Y este conflicto generó la esperanzadora semilla de la búsqueda en la que muchos se encuentran inmersos. La búsqueda, a pesar de saludable, no siempre tiene resultados ventajosos; a menudo puede resultar infructuosa o desesperanzadora, acabando por sendas más tortuosas e inseguras que de la que partió, de ahí que deba ser siempre la prudencia y el sentido común los que guíen los pasos a través de lo desconocido.
Los buscadores de otras “Verdades” pueden parecer a veces locos e insensatos, por salirse del camino establecido, pero no suelen ser peligrosos. Los realmente peligrosos son aquellos otros que se han acomodado a una de estas “Verdades”, a veces por intereses estrictamente materiales, otras por auténtica fe ciega y desmedida, y creen estar en posesión de la única e incuestionable “Verdad Absoluta” de todos los tiempos. Cuando estos personajes consiguen auténtico poder, se convierten en los seres más peligrosos del planeta, ya que su fanatismo los conducirá a intentar establecer sus creencias allá hacia donde puedan extender sus brazos, sin importarles las consecuencias ni los medios utilizados; para estas personas, tendrá siempre más valor un creyente muerto que un infiel vivo, con lo que no dudarán un instante en emplear toda la fuerza necesaria para establecer sus criterios, creyéndolos más verdaderos y positivos que el resto.
Y aún más peligroso es si cabe, cuando estas ancestrales enseñanzas son relegadas a un segundo plano y sustituidas por nuevas y más peligrosas doctrinas, como son la economía de mercado, el capitalismo, la fama o el poder político, por poner algunas. Modernas doctrinas nacidas a raíz de la globalización producida en todo el planeta y que tienden a olvidar por completo el poder arcano del espíritu, la valía del ser humano como individuo único e íntegro por sí mismo, amparándose en valores efímeros y pueriles, como son el éxito y la admiración de coetáneos, u otros aún más miserables, como la búsqueda de la riqueza económica y la ostentación de poder ilimitado.
En este mundo tan globalizado donde nos ha tocado vivir, donde predomina tanto el poder de la palabra y del capital, hay que huir de aquellos que se proclaman guardianes de la libertad y de la democracia y protectores de la auténtica doctrina, porque, de adquirir la confianza del pueblo, acabarán transformándose en temibles impostores dispuestos a repartir arbitrariamente libertades a golpe de metralla incluso fuera de sus fronteras y culturas. Ya ha ocurrido, está ocurriendo y nada hay que impida el que vuelva a ocurrir.
A parte de todo esto, quiero expresar mi más sincero respeto y admiración por todas aquellas personas que rigen sus actos guiados por una fe inquebrantable y verdadera hacia cualquiera de estas “Verdades”, manteniendo presente en todo momento su auténtica fuente mística e interior, siendo coherentes con su significado profundo y con sus valores éticos y morales y aceptando y comprendiendo también la existencia de otras muchas “Verdades” igual de sanadoras y revitalizantes.

Dudas tengo, dudas ofrezco

viernes, 13 de junio de 2008

No sé si existe Dios o es sólo un cuento. Por desconocer nuestro futuro también me lamento. El no saber si poseo un alma, me supone un grave tormento, a pesar de que algo me dice que debiera tomármelo con más calma, porque pudiera resultar que nada de ello fuera verdad y que tan sólo se tratase de pura ingenuidad provocada por locas neuronas que nada entienden de la realidad, ya que su único cometido es sobrevivir. Y es que esto de tanto discurrir sin llegar a ninguna conclusión, de pesado que llega a ser, a mí me llega a aburrir.

Habrá algo después de la muerte, o será el destino de cada ser viviente el más absoluto de los vacíos y todo acabase de repente. Y si al morir, dejamos de sentir, mi pregunta es ¿por qué a la muerte temer? Aunque también cabría suponer que el pasado se vuelve a repetir, convirtiendo en un ciclo sin fin esta locura de vivir. Claro que ello, ¿quién lo podría definir? De ahí que fuese bueno saber si existe un principio y un final, para con ello poder entender nuestro periplo existencial.

La bondad o maldad de la globalización, nadie nos puede asegurar, así como que del cambio climático nos debamos preocupar. Y si la extracción de petróleo tiene fin, ¿cuándo tendrá éste lugar? Me gustaría saberlo, para poderlo prevenir; aunque me temo que de esto, como de aquello, sólo saben pronosticar los que comen de ello para tenernos en un eterno sin vivir. También me gustaría saber si el desarrollo sostenible es sólo una utopía, y si en verdad es nuestro deber el preocuparnos por la sequía. Pero lo que en verdad más me chirría es saber si será posible una perfecta democracia, o deberemos conformarnos con la actual desgracia.

Quién pudiera saber si la vida surgió en este planeta, o por el contrario hasta aquí viajó en un remoto cometa. Porque si así sucedió, nada haría dudar que también en otros mundos la vida tendría lugar, y el que aquí nos encontremos sólo se lo debemos al caprichoso azar. Claro que por preguntar, si la vida nadie la ha podido reproducir, yo no me cansaré de insistir en que por favor, dejémonos de especular y limitémonos a vivir.

¿Llegará el día en el que un necio cambie de condición? ¿Y por qué es tan difícil cambiar de opinión? ¿Puede una persona nerviosa tranquilizarse? ¿Puede un orgulloso rebajarse o un mentiroso rectificarse? Quién crea poder contestar a tanta cuestión no es más que un fanfarrón, ya que está por demostrarse de qué depende el que tomemos una u otra posición.

¿Por qué es cuando más hago trabajar mi mente, cuando mi ignorancia se me hace más patente? Y me pregunto, si cuanto más leo, más lerdo me veo, ¿no será esta práctica contraproducente? Porque de seguir con esta cabezonada, podría llegar el día en que no supiese nada. Pero también es cuestionada la infalibilidad de que la incertidumbre cause inseguridad, porque de ser así, ¿por qué la ignorancia da tranquilidad? También pudiera ser, como piensa mucha gente, que el saber procura felicidad, aunque quisiera saber si somos capaces de reconocerla cuando la disfrutamos de verdad.

Sobre la verdad y la mentira, todo un mundo hay por descubrir. Si pienso que una mentira, verdad es, nadie podría acusarme de mentir. Pero también sería de necio suponer, que por creer una mentira, en verdad se fuera a convertir, lo que me lleva a concluir que todo esto es una locura, debido a la incapacidad de distinguir la verdad de la impostura. Pero quizás, no sería mucha vanidad el hecho de pensar que creer ciegamente en una falsedad, terminase transformándola en la más absoluta realidad. Así como que sin duda existirán certezas que ni el más infinito tiempo nos mostrará con toda su crudeza. Claro que esto sólo lo supongo y nunca me enteraré, al igual que tampoco a saber llegaré si la imaginación tiene un alcance o infinita es. Y puestos a indagar, por favor ¡qué alguien me alivie esta tensión! Cómo poder diferenciar la realidad de la ficción.

Por no saber, ni siquiera sé quién soy, lo que soy o lo que un día fui, y esto me intimida, porque lo que es hoy, sólo llego a intuir que desconozco todo lo importante de esta vida. Para mi desdicha, esto es lo único seguro que en mi mente tiene cabida. Tan sólo me mueve un esperanzador anhelo, y es que con el tiempo todo se olvida, aunque algo me dice que también esto sea un camelo.

Así que sólo les puedo ofrecer lo que tengo: infinidad de dudas. Dudas tengo, dudas ofrezco; ya me gustaría a mí poder dar de lo que carezco, pero finita es la mente, y por ello, el conocimiento. Que nadie me culpe, que nadie se lamente, por favor sean clementes y agradezcan el ofrecimiento. Y si de todo lo dicho, nada entienden, vuelvan a leerlo con detenimiento.

La Felicidad. Conclusión

martes, 10 de junio de 2008

Y lo prometido es deuda. Si llego a saber el trabajo que me ibais a dar, me lo pienso. Es broma; ha sido un grato placer realizar esta entrada con la colaboración de todo aquel que haya querido participar. Mi más sincero agradecimiento a todos. Ni que decir tiene que continuaré completando la entrada con todo aquel que desee incorporar algo. Y sin más, ahí va el revelador resultado; hay para todos los gustos:


Julio, de En tu interior : “Para mí la Felicidad o Plenitud la definiría como un estado, interior por supuesto, que me hace exclamar: ¡Así me gustaría vivir todos los días de mi vida y de mil vidas que tuviera!”

Yuria, de Torsiones y Distorsiones: Nos deja un filósofo que le aportó mucha paz en su momento: Epicuro (ver con altavoces conectados). Y un libro, "El monje que vendió su Ferrari" de Robin S. Sharma, éste también le aportó felicidad.

Evan, de Sentado frente al mundo: “... no me daba cuenta de lo que tenía, hasta que lo perdí... por eso hoy abro los ojos, miro para afuera y rescato hasta los gestos más pequeñitos de las personas que me rodean, valoro todo lo que tengo, mis afectos, mis recuerdos, mis libros, mi música, mi trabajo... todos ellos me dan momentitos de felicidad y los disfruto más que antes... Para mí la felicidad es cuestión de actitud y poder rescatar momentos.”

Carlos Eduardo, de El mago de tu corazón: “Si quieres controlar a tu oveja, regálale una pradera ilimitada. La felicidad y la libertad van de la mano.”

Natacha, de Un país en la luna: “Tal vez, la felicidad para mí es la ausencia de tristeza”.

Sauvignona, de Mi mundo... y demás: “La felicidad es una caja con mil sensaciones todas enganchadas... sonrisas explosivas... una cara llena de dientes... y arrugas de tanto hacer muecas de risa... es abrir los ojos grandes... es más, la felicidad es un cuerpo a punto de explotar, donde no cabe tanta alegría!!!! La felicidad es un estado de explosión de sentires varios.”

Alycie, de Asuntos Legales y Científicos: “Cuando el ÚNICO deseo es ser feliz, entonces, se es feliz.”

Fermina Daza, de Íntimo: 1. “Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna” Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense. 2. “Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es hacerse el idiota y la otra serlo.” Sigmund Freud (1856-1939) Médico austriaco.

Hada saltarina, de Espiritualidad, Tarot y Meditación: “Una parte de felicidad consiste en la aceptación de la propia naturaleza, porque eso nos impediría mantener deseos por encima de lo que podemos alcanzar. Así que, supongo yo que, puesto que sí tenemos esos deseos y su no realización nos hace infelices, podría estar queriendo decir que nuestra naturaleza es mucho más grande y capaz de lo que aún hemos descubierto.”

Neurotransmisores, de Neurotransmisores blog: “La felicidad la encuentras cuando dejas de buscarla.”

Sibyla, de El blog de Sibyla: “La felicidad, es también una actitud ante la vida y las cosas que nos rodean... En Brasil, un país donde la pobreza abunda, los chicos de las favelas dijeron: ’Somos felices porque aunque no tenemos todo lo que amamos, amamos todo cuanto tenemos’. Ser conformista y no ambicioso, valorar las cosas importantes, que tal vez no sean las cosas materiales.”

Mi despertar, de Recomenzar: “Dicen que el que menos tiene es el que más feliz es....”

Tomás Goic, de La Conciencia No Se Vende: “¿La felicidad es un estado emocional de inconsciencia o una inconsciencia emocional, es decir, se es feliz cuando no se sabe por qué?”

Silvia, de Páginas de la Vida: “Para mí son pequeñas situaciones en la vida, la que te van dando felicidad, y como dice el dicho: No es más feliz el que más tiene sino el que con menos se conforma. A mí me hace feliz, esos días de invierno como los que pronto tendremos aquí, mi hija decide no ir a bailar, y la veo segura en casa, pero viste como son las cosas, nuestra felicidad (de los padres) la hace infeliz a ella, que le gusta salir.”

M. José, de La danza del tiempo y el espacio: “Creo que la felicidad se nos da en esos pequeños momentos de la vida en los que dejamos de forzar las situaciones; pero sobre todo en la relajación y en el abandono; cuando entendemos que nada hay que hacer y entendemos que nada hay que buscar porque reside aquí, cerca de nosotros....muy cerca...”

Joseph Lluís, de La seguridad en nuestro entorno: “Creo que hay tantas felicidades como seres humanos. Cada uno de nosotros la ve de forma diferente. No sé si es porque tenemos el listón a distintas alturas pero, sea como fuere yo lucharé por ser y hacer feliz.”

Luis Miguel de El viaje interior: “La felicidad tal y como la siento es simplemente estar vivo y ser consciente de ello. Intentaré explicarme: Esta alegría no pertenece al mundo ordinario porque no puede ser creada ni provocada. En tal caso sería una felicidad efímera que más tarde o más temprano se convertiría en algún tipo de sufrimiento. ¿Cómo es eso de estar vivo y consciente? Pues mira, sal a la calle, observa un paisaje, cualquier cosa. ¿Ves? Ya no estás allí. Ya no hay Luis Miguel ni Pedro. Ahora sólo existe el mundo dentro de ti. Eso es la felicidad.”

Maya, de La mirada de Maya: “Para mí la felicidad es despertarme y lo primero que ver son los ojos de mi hijo mirándome. La máxima felicidad, es cuando con sus dedos me abre el ojo y me dice: "¿Estás ahí?"”

Doncel, de En mi colina de sueños: “No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita.”

Graciela, de Palomas de Papel: “Tal vez sea una forma de observar las vivencias, mirando alrededor, recordando lo pasado como que ya pasó, viviendo el día...eso creo vivir cada día!!!, si al otro día pienso lo bonito del anterior y así sucesivamente.”

Frabisa, de Verdades y Mentiras diarias: “El sumo bien es un alma que desprecia las cosas azarosas y se complace en la virtud”, Séneca.

Anamorgana, de Romántica: “La felicidad para mí es mirar el mar, jugar con mis sobrinos, escuchar música. Acordarme que una vez fui niña y no necesitaba cosas para ser feliz.”

Graciela, de Una mirada al mundo de Graciela: “Considero a la felicidad como algo que está en nuestro interior, y la frase que la define entre tantas que me gusta es esta: ‘Una persona feliz no es una persona en determinadas circunstancias, sino una persona con determinadas actitudes.’ Hugh Downs.”

Runas, de La magia de la runas: “La felicidad es interior, no exterior. Por lo tanto no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.” Henry Van Dyke.

Inmoderadamente moderado: "La felicidad es la búsqueda de la felicidad, el camino. Las pequeñas cosas, mirar el mar, los días de lluvia, una canción, un saludo, una conversación. Felicidad es sentirse vivo. "

Ave Fenice : "la paz y felicidad son dos cosas distintas para mí, la felicidad es para mí, aceptar todo, la paz para mí es, dejar ir todo."

María: "La felicidad existe y vive en todo su expledor mientras hablamos de ella y saboreamos disfrutando de cada minuto que pasa, haciendo que sea justamente ella la única protagonista de nuestros mejores momentos llenándolos de sus incontables y bellas sensaciones."

Alma, de Alma de Otoño: "La felicidad es nuestra, forma parte de nosotros, lo importante es permitirse saborearla y sentirla."

Pilar, de Siempre Violeta: "Me gusta hablar de momentos felices, la palabra felicidad me parece muy grande, difícil, escurridiza e inalcanzable a priori y desde un punto de vista muy terrenal o material. Me siento feliz en mi interior, esa es una felicidad íntima que en muchas ocasiones se refleja en mi gesto, que me hace vivir. Y vivir es muy bonito, aunque conlleve momentos difíciles y duros. Me gusta sentirme feliz por dentro."

María, de Observando: "Felicidad: ausencia de miedo. "

Kukilin, de Escritos y Opiniones de Kukilin: "La felicidad es dar y recibir amor, rodeándonos de afectos solidos y duraderos."

La Felicidad

miércoles, 4 de junio de 2008

A lo largo de estos años he oído y leído montones de descripciones de lo que podría ser la Felicidad. Todas ellas tienen su punto de sabiduría y son dignas de tener en cuenta, no lo dudo. Pero me pregunto hasta qué punto solemos hacer caso de estos profetas de la vida, contemporáneos o remotos, que tanto saben de lo que nos haría feliz a cada uno, procurando aplicar en nuestros quehaceres diarios sus sabios consejos, si es que esto es posible.
Les propongo, con ánimo deleitante más que didáctico, el que cada cual que guste exponga en los comentarios aquella descripción que haya oído, leído o pensado que le parezca más correcta, sensata, ingeniosa,...
Yo me comprometo a escribir un post con todas ellas, enunciando la fuente y el enlace a la persona que la propuso.
Ya saben, pueden ser de cosecha propia o no.

Para comenzar dando ejemplo, yo me quedo con una de las que he leído que quizás sea la más simple, aunque no por ello menos ingeniosa y fácil de llevar a la práctica. Se le atribuye a Buda, aunque a saber de quién la oiría él (claro que eso es lo de menos); dice así:

No hay otra felicidad que la paz interior


Ánimo y no se corten, podría resultar incluso educativo.

Se acordaron de mí: