La batalla decisiva

domingo, 14 de diciembre de 2008


Y llegó el caos, la desolación total, las puertas del abismo se abrieron y la caída fue imparable y estrepitosa. Mente andaba totalmente perdida, no distinguía sueño de realidad, la verdad terminó difuminándose entre ilusiones y fantasías, los recuerdos se tornaron inútiles, como vacíos de contenido. Mientras, Alma vagaba sin esperanzas en un espacio eterno e infinito, flotando en la desolación de saberse olvidada, o peor aún, creyéndose no deseada.
La batalla parecía haber concluido, y el enemigo victorioso, encumbrado en su poder, campaba a sus anchas por doquier; aquel enemigo invisible y omnipotente que poco a poco, lenta, pero inexorablemente, supo instalarse en las más altas estancias que gobernaban la totalidad del Reino, pensando que ya no habría quien lo derribase de allí, quien le arrebatase el mando absoluto de la nave.
Ya nada volvería a ser lo que fue... al menos eso es lo que todos pensaban.
Pero jamás se puede dar una batalla por concluida mientras el impávido tiempo continúe su caminar inalterable hacia delante, siempre hacia delante.
Y así fue como hizo acto de presencia alguien a quien nadie esperaba. Nadie contaba con él porque a todos les era desconocido, a pesar de haber estado siempre ahí, oculto en la sombra, creciendo, haciéndose fuerte, esperando el momento preciso para saltar al ruedo. La paciencia es la virtud por excelencia de nuestro héroe: Espíritu.
–¿Quién eres? –quiso saber Mente–. ¿Por qué vienes ahora a complicarlo todo? Acaso no ves que estamos bien, vete de aquí, no te necesitamos. Ahora todo está tranquilo.
–No me iré sin antes devolverte la luz –contestó Espíritu.
–¿Dónde estabas? Te eché de menos –dijo Alma, interrumpiendo así su letargo, al oír aquella voz que creyó reconocer de un pasado muy lejano y apenas perceptible.
–Nunca me fui, siempre he estado con vosotros, sólo que era débil, jamás sospeché que tendría que vérmelas con un enemigo tan fiero y voraz, y admito que me asustó, por eso me recluí lejos, muy dentro, donde no podría hacerme daño. Lo necesitaba, sólo así he podido fortalecerme, adiestrarme para la lucha, ya que ésta será dura, no habrá cuartel.
–Pero de qué lucha hablas, qué estáis confabulando –insistió Mente–. No permitiré que interfiráis en mi felicidad. Me ha costado mucho obtenerla. Largaos los dos, ya no os necesito.
–No le escuches, está poseído –advirtió Alma–. Pensé que incluso acabaría conmigo, tuve que desaparecer de su vista.
–Lo sé, no te preocupes, yo volveré a reconciliaros. Libraré a Mente de la oscuridad que la atenaza y tú, Alma, amiga, podrás volar libre de nuevo, como antaño, ¿recuerdas?
–Lo cierto es que ya casi no recuerdo nada del pasado, el enemigo es demasiado poderoso, más de lo que imaginas, a pesar de que he tratado de alejarme, de parecer indiferente, no lo he conseguido, y poco a poco ha ido apoderándose se mí, golpeándome sin compasión hasta conseguir dejarme sin sentido; creí morir, peor aún, desaparecer. No me pidas retroceder en el tiempo, ya no me quedan fuerzas.
–Llorica presuntuosa, ¿quién te has creído que eres? –volvió a protestar Mente–. Tú no eres nadie, no eres nada, debí acabar contigo hace mucho. Recuerda que aún puedo hacerte desaparecer cuando quiera.
–No le hagas caso –trató de tranquilizarla Espíritu–. No es ella la que habla, ni siquiera sabe lo que dice y mucho menos es capaz de hacer nada de lo que cree.
–Sí, ya estoy acostumbrada a su mala educación. Pero dime, cómo vas a vencer a un enemigo al que nadie conoce, que nadie sabe cómo actúa, ni dónde. Un enemigo con tantas máscaras, capaz de transformarse incluso en ti mismo, cómo se puede derrotar a alguien así.
–¿Qué crees que he estado haciendo mientras permanecía en las sombras? –respondió Espíritu–. Lo he buscado incansablemente, he estudiado sus movimientos, lo he seguido desde la distancia.... ahora sé quien es, lo he desenmascarado, conozco su identidad y ya no puede escapárseme.
–Pero cómo... ¿De quién se trata? –quiso conocer Alma.
–Su nombre es Ego –respondió Espíritu con solemnidad.
–¿Ego? De qué hablas, estás desvariando –increpó Mente–. No existe nadie llamado así, a mí no me engañas con tus patrañas.

Pero al tiempo que pronunciaba estas palabras, en el rostro de Mente apareció un atisbo de duda que no pudo disimular... de duda o quizás de miedo.
Espíritu no tardó en reanudar el combate, sabía que su adversario no se lo pondría fácil, tenía demasiadas armas con las que contraatacar. El valor era una y otra vez aniquilado por el incansable miedo; si empuñaba la esperanza, Ego se defendía con el pesimismo; cuando Espíritu blandía la fe, su enemigo lo atajaba con el escepticismo; ante la caridad, la ira se crecía; la justicia era golpeada constantemente por la sinrazón, la sabiduría poco o nada podía hacer contra la infinita ignorancia ni la apática indiferencia y el odio aparecía como un escudo de acero contra la bondad y la solidaridad. Pero Espíritu no se rendía, muy al contrario se hacía más fuerte conforme luchaba, porque esa era su condición. De esta manera, el tiempo estaba a su favor, conforme se sucedían los combates Ego iba perdiendo poder, agotando sus energías, sus ataques se hacían más débiles y esporádicos.
Por fin Alma fue recobrando su confianza perdida y Mente logró de nuevo atisbar algo de luz; al principio sólo por momentos puntuales, pero con el tiempo fue aumentando su libertad y lucidez hasta llegar a distinguir al enemigo que la atenazó durante tanto tiempo cuando éste se acercaba amenazando de nuevo su integridad, siendo capaz ahora de oponerle resistencia. La realidad fue abriéndose camino y la verdad resurgió de sus cenizas esparcidas al viento.
Espíritu nunca bajaría la guardia, porque si algo sabía de cierto de su enemigo es que éste era invencible, inmortal, de ahí que no pretendiese nunca su muerte y desaparición, sabía que debía conformarse con derribarlo una y otra vez cada vez que asomase la cabeza. Este conocimiento no le hacía palidecer, ni caer en la desesperanza, porque sabía que en la lucha residía su propia fuerza, su existencia, así que simplemente se limitaba a resistir.

–¿Qué ocurrirá si algún día Ego termina por destruirte? –preguntaron con preocupación Mente y Alma.
–Podéis relajaros –dijo Espíritu con tranquilidad–, cuento con una gran ventaja: mi fuerza puede mantenerse o aumentar, pero nunca disminuir. Y además, ahora que ya os he mostrado el rostro del enemigo, que ya lo conocéis, no estoy solo en la batalla.

33 Consejos, saludos, propuestas...:

Mar dijo...

Un cuento precioso con un mensaje mas precioso si cabe, ojala esos enemigos, el ego, la envidia, la desconfianza... dejasen de formar parte de nosotros...

Besitosssssssss

Jose Antonio dijo...

Así es la naturalez humana, por suerte o por desgracia no se puede evitar.

Saludos Cordiales.

nomolamos dijo...

el ego no es malo,... lo que pasa que es manipulable a otros con menos buenas intenciones que le usan de escudo... como el complejo, la bajaaustoestima, el egoismo etc...
la lucha siempre es dura cuando los enemigos no van de cara.... a por ellos que son pocos y cobardes...
un besazo, un gran relato como siempre....

Maria dijo...

Oye es genial, lo he leido más de una vez y me sigue pareciendo genial. Me da envidia la gente sabe fabular,lo confieso. Es todo un arte.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Mi estimado amigo. Este precioso cuento, con ese increible dialogo entre Mente, Alma y Espiritu es una de las cosas mas deliciosas que he leido en Internet.

Te doy mi mas sincera enhorabuena, y por supuesto, mi aplauso.

Asi es el hombre, el ser humano. Es y será. Magnifica lección y estupenda moraleja la que podemos obtener, todos, de este bello y aleccionador cuento.

Un abrazo.

genialsiempre dijo...

Magnífica narración con todos los elementos que conforman el ser humano en danza. Lo peor es que, como dices, la guerra contuará eternamente, no se puede bajar la guardia.

José María

Luismi dijo...

has descrito muy bien los entresijos del alma humana ;)

a pesar de que el ego sea malo en abundancia, en pequeñas dosis se transforma en otra cosa buena llamada autoestima, que a mucha gente le falta, y otros tienen tanta que se vuelve a transformar en ego

que no te suba el ego por los buenos comentarios ehh ;)

el piano huérfano dijo...

Gran mensaje Pedro, no sabes cuantas personas sufren de esta batalla entre el alma y la mente, yo quiero que se quede hasta que entre la luz a mi hogar, pero eso lo sé ahora, tras años de batalla.


Creces Pedro, nos enseñas tantas cosas, nos abres los ojos, nos explicas todo, pero con esa paz que te acompaña, contigo me siento en paz conmigo misma-no sé si entiendes el sentido

Muchas Gracias
Un abrazo fuerte...casi no me quiero ir de aqui

Nork dijo...

Muy interesante y bello tu relato. En mi opinión no se trata de luchar contra nada ni nadie, Mente, Alma y Espíritu han de ganarse la amistad de Ego para que trabaje a su favor con todas sus fuerzas,hay que dejar de ver en el otro al posible enemigo. Y como se hace eso, verdad? yo pienso que humildad, confianza y perseverancia... y humildad, humildad, humildad...
Gracias por este espacio.

Juan Miguel dijo...

Interesantísimo enfoque: en la misma idea estaba yo por muchos años, hasta que alguien me dijo que se podía eliminar por completo el ego, como no lo hemos hecho nunca pensamos que no es posible, en la actualidad pienso que si podemos.
Saludos.

Silvia E.Duraczek dijo...

Hola Pedro!
Qué hermoso y verdadero relato. Gracias a Dios tenemos el espíritu, que nos proteje de los enemigos ocultos que están dentro de uno.
Me encantó!!
Besos!!

tia elsa dijo...

Hermoso cuento lleno de sabiduría, los espiritus fuertes nunca caen siempre luchan, besos tia Elsa.

Elessar Linwëlin dijo...

Simplemente, genial. Me ha encantado el relato, una épica gran fábula. Muchas gracias por compartir tus escritos!

Por cierto, déjame felicitarte por la banda sonora, ;) Mike Oldfield es uno de mis músicos favoritos. Se me ha hecho muy agradable la visita, pasaré más por aquí.

Un saludo!

loose dijo...

Un relato muy profundo, Pedro. Gracias por compartir. Pues todos en algún momento de nuestras vidas nos encontramos luchado contra nosotros mismos. Somos nuestro peor enemigo, queriendo subsanar fuera lo que realmente se encuentra dentro de nuestro Ser. el Ego es traicionero, inseguro, débil, desconfiado, siempre acechando... es muy duro salir airoso de esa batalla pero no imposible.
Desde aquí lanzar un mensaje de apoyo a todos aquellos que siguen intentando controlar esa pelea interna de la que no logran escapar y que lo están pasando mal. Muchos ánimos, fuerza de voluntad y coraje para plantarle cara al Ego y escucharlo. Porque tal vez ahí se halle la clave, en que a veces hay algo que nos quiere contar y nosotros le tapamos la boca por miedo a lo que nos pueda hablar.

Un besito.

Unknown dijo...

QUÉ BONITO MI PEDRO!!!
Si logramos trabajar el alma, la mente, el espíritu y el ego, no habremos pasado por la vida en vano!!!
Cultivarse Pedro cultivarse...y me viene a la memoria la entrada que hiciste para tu mamá...de ésos cultivos te hablo!!!
Mis preciosos vuelan los besos en la casa!!!

(z) Victoria dijo...

Hola Pedro! Para mí el ego no es el malo de la película, es acaso malo un león por comer gacelas? Forma parte del mecanismo de funcionamiento de la Totalidad que formamos parte, sólo es necesario ver, ser conscientes de que no somos el Ego, que nuestra naturaleza verdadera es esa Totalidad.
Un saludo!

Silvi (reikijai) dijo...

... El ego ... es uno de los tantos animales que debemos domar...cuando aprendemos hacerlo.Alma,Cuerpo,Mente, y Espiritu;estaran en su centro. Y disfrutaremos de su armonia. Hermoso relato...Pedro.Gracias. Te dejo Un Beso.Silvi.

Inma dijo...

Anda que… Difícil para mí de comentar tu texto. He leído todos los comentarios y ya no me atrevo a dejar nada aquí, no sabría. Puedo decirte que, eres tan profundo que he leído dos veces.
Un biquiño.

M. J. Verdú dijo...

He estado unas semanas alejada de internet porque he preparado un duro examen, que, por cierto me ha ido muy bien. Me alegra poder disponer del tiempo necesario para poder visitar tu espiritual hogar virtual y llenarme de la sabiduría de cada una de las palabras con que nos obsequias en él. Pedro, eres una persona muy sabia y con una gran sensibilidad.

Anónimo dijo...

Vaya... que gran relato, y todo esto lo escribiste vos???

qué pequeño se puede sentir uno a veces. ;) saluditos desde la tierra de las cañas y los flamencos, chiclanero!

Anónimo dijo...

Que velocidad por dios!!!! gracias por tu visita, has entrado a mi casa pero lo has hecho por la ventana, te invito a que te pases por
http://mundomanzana.blogspot.com

el mundo, ese, que intento construir con palabras.
saluditos, again!

Marina dijo...

Me encantó este relato profundo,y tan bien escrito. Yo creo que como seres humanos tenemos chances, justamente apuntalando nuestro espíritu lo más posible.Besos

Alma dijo...

Pero bueno!! siempre sorprendiendo, menos mal que me has relajado al final, me has tenido en tensión todo el texto, unidos y sin batallas, mucho mejor (guiño).

Besos salados

María dijo...

Extraordinario relato, y es que el ego forma parte de los humanos, todos tenemos sentimientos positivos y negativos y debemos intentar ampliar los positivos, moldeando los negativos, intentando engordar nuestra alma y también adiestrando nuestra mente.

Gracias por este post.

Un beso.

josé lopez romero dijo...

me gustan estos relatos Pedro, donde logras una colorida amplitud conque logras atrapar al lector. Vuelcas en tus textos cosas que no son sencillas de contar. Mi afecto sigue firme contigo.

Anónimo dijo...

Magnifico Pedro.
espero que mi espiritu derrote a mi ego cada día en ello estoy. Este relato me viene muy bien en estos momentos. Un abrazo
anamorgana

misticaluz dijo...

Hola Pedro, como siempre importante tus relatos, dejando paso a la reflexión...

Un placer leerte!

Te dejo un abrazoo grande!

Cemanaca dijo...

Salgo fortificado en espíritu
con mi mente despejada
y mi alma ensanchada.

PEDRO, tus relatos son estupendos.

Saludos conversos.

Alicia Abatilli dijo...

¿Has publicado Pedro estas enseñanzas? Ojala´que sí, mucha gente se beneficiaría con ellas.
Abrazos.
Alicia

mj dijo...

El sencillo grito de verdad en medio de los escombros de la era mental.
Bueno tu texto Pedro
Un besote
mj

Marinel dijo...

Preciosa personificación de cosas fundamentales para que exista la humanidad...
Me encanta pensar en esas palabras de Espíritu que no duda ni por un segundo de su superioridad con la ayuda inestimable de todos los que ya saben del enemigo...
Pues eso,que no debemos bajar la guardia.
Hemos de permanecer siempre alerta ante la posible vuelta a la batalla.
Unidos venceremos...
¿Ves? ya me he metido dentro de tu post de lleno.¡Que guerrillera he salido!
Muchos besos.

Eulogio Diéguez Pérez (Logio) dijo...

Pedro.. Como el hombre que me dio la vida...
Gracias por tu visita.

lys dijo...

La narración es magnífica,y escenifica esa lucha del ser humano contra el ego que cuando gana la batalla deja a los seres humanos confusos y desalmados.

El exceso de ego es uno de los grandes males de nuestro tiempo.

Gracias por hacernos reflexionar.

Un saludo.

Se acordaron de mí: