Sobre la Paz

martes, 17 de octubre de 2006

¿Te gustaría vivir en paz, verdad? ¡Ingenuo! Nunca lo conseguirás. Mientras sigas viviendo en este mundo rodeado de ruidos, agitación, prisas, estrés,... jamás podrás vivir en paz.

¿Piensas que hay gente muy importante trabajando por conseguir la paz en el mundo? ¡Ignorante! Mientras sigas confiando en los demás para conseguir algo que a ti te interesa, nunca lo obtendrás.

La paz nunca se conseguirá después de una reunión del Consejo General de las Naciones Unidas, ni tras una cumbre del G8. Eres un necio si piensas eso. La paz sólo la puedes conseguir tú, ¡imbécil!, cuando te espabiles de una vez y comprendas lo que te quiero decir.

¿Cómo pretendes vivir en paz si tú eres el primero que no la tienes en tu interior, ni en tu entorno? ¡Abandona de una vez esa cobarde hipocresía tras la que te escondes! Sé sincero por una vez en tu vida; a ti te trae sin cuidado que se maten al otro lado del mundo. ¡Por favor, que no nos lo recuerden más en los telediarios! Lo único que a ti te preocupa es que se puedan acercar las bombas algún día a tu casa y te toque a ti o a algún conocido. ¡Déjalo ya, no intentes justificarte! Yo te comprendo. En el fondo, todos pensamos lo mismo, aunque no queramos admitirlo.

Pero tengo una buena noticia para ti, para que veas que yo no pienso sólo en mí. Yo sé el secreto para que eso no ocurra. Bueno, tengo que admitir que no es mío, sino de otros, mucho más sabios que yo, pero estoy seguro de que no les importará que lo comparta contigo. Como te decía, conozco la fórmula para que puedas vivir en paz. Tiene algunos inconvenientes, como todo lo bueno, pero también una gran ventaja: depende sola y exclusivamente de ti.

Podrás vivir en paz el día que dejes de hablar de la paz y empieces a actuar de forma pacífica. Podrás vivir en paz el día que dejes de criticar a todo el mundo por lo que hacen o dejan de hacer. Vivirás en paz cuando te subas al coche y dejes de insultar a todo aquel que no conduce igual de mal que tú, o no tiene las mismas prisas ni ganas de matarse que tienes tú. Conseguirás la paz en tu vida el día que comprendas que todos los que te rodean son personas como tú, con sus manías, sus miedos, sus creencias, sus pasiones, sus defectos y sus virtudes, tan respetables como todas las tonterías que tú tienes en tu mente. Podrás vivir en paz cuando dejes de pensar que todo lo que hace tu vecino lo hace para molestarte; prueba algún día a hablar con él, en vez de contraatacar poniendo tú la tele más alta, quizás te lleves una sorpresa. Vivirás en paz cuando dejes de poner esa mala cara que tanto te gusta poner cuando alguien te pide algo. Podrás vivir en paz el día que empieces a pensar un poco las cosas antes de decirlas; así te darás cuentas del daño que puedes hacer antes de hacerlo; o mejor aún, piensa que en boca cerrada no entran moscas y estate mejor calladito. Vivirás en paz el día que comprendas que tus jefes no están en contra tuya; más bien eres tú el que siempre está buscando la forma de escaquearse con la cobarde excusa de que todo el mundo lo hace. Tu vida será más pacífica cuando te des cuenta de que tu mujer (o marido) y tus hijos te necesitan a su lado, compartiendo momentos (los buenos y los malos); cuando dejes de pensar sólo en tus aficiones y pasatiempos que, dicho sea de paso, la mayoría no sirven absolutamente para nada, sobre todo si no los compartes.

Bueno, no pongas esa cara, ya te dije que tenía sus inconvenientes. Si aceptas consejos (una buena forma, por cierto, de vivir también en paz), te puedo recomendar un pequeño y fácil ejercicio: todos los días, cuando te levantes de la cama, pon en tu mente estas palabras: “respeto”, “educación”, “justicia”, “prudencia”, “templanza” y “serenidad” (por supuesto, puedes añadir las que desees). Te puedo asegurar que el esfuerzo merecerá la pena; porque además existe otra gran ventaja, y es que un comportamiento así es contagioso. Sí, como lo oyes; si perseveras y tienes paciencia, podrás comprobar por ti mismo como, tarde o temprano, todos los que te rodean actuarán de la misma forma. Sólo entonces podrás decir que has triunfado en la vida y, si encima promueves el mensaje, el triunfo será de todos, ya que por fin, podremos lograr lo que tanto anhelamos: LA PAZ.

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