¡DIOS EXISTE! Lo dice un no creyente

lunes, 31 de marzo de 2008

Recordando mi tiempo pasado, me doy cuenta de los muchos cambios que en mí se han producido con el correr de los años. Uno de ellos tiene que ver con mis creencias religiosas, y es de lo que quiero hablar en estos momentos, ya que una acuciante reflexión se ha instalado hace algún tiempo en mi castigado cerebro, obligándome una y otra vez a pensar sobre ello. Este escrito pretende ser mi liberación de dicha tortura, aunque me temo que dicha liberación sólo será temporal, como suele ocurrir con todo lo que compete a los arcanos misterios de la mente. Aún así, la apremiante necesidad de desahogo me insta a hacerlo, convirtiéndote a ti, inocente lector, en víctima involuntaria de una de mis incesantes ideas imposibles.
Y sin más dilación vamos a ello.
De pequeño fui criado, no de forma muy estricta, en la observancia de la fe católica, apostólica y romana, debo decir que más por tradición y cultura que por propia fe. Así que hasta bien pasada mi adolescencia y metido de lleno en mi juventud creía sin sombra de duda en la existencia de un Dios todopoderoso, omnipresente y creador; creía también que se hizo carne en la persona de su hijo Jesucristo, bajando a la Tierra con el fin de salvar a todos los hombres de sus pecados; creía en la Virgen María, en los ángeles, en los santos, en el perdón de los pecados, en la vida eterna, etc. Era lo que me habían inculcado desde mi nacimiento, no conocía otro modo de vida y, por tanto, nunca me surgían dudas al respecto ni se me pasaba por la mente que todo aquello podía ser falso o no del todo cierto. Creía ciegamente, lo cual no quiere decir que sea malo; a esas edades no hay otra forma de creer que no sea la infundida por las personas que nos rodean y nos inspiran con su ejemplo.
Con más de veinte años, no sabría decir exactamente cuándo, cómo ni por qué, me volví ateo hasta la médula; supongo que sería un proceso paulatino, un cúmulo de circunstancias, la que me llevaron a tal situación de incredulidad (aunque más que incredulidad yo lo llamaría un cambio de creencias, ya que no creer en ningún Dios también supone un acto de fe importante). También supongo que sería un cambio lógico, fruto de nuevos entornos sociales y transformaciones hormonales tendentes a la rebeldía propias de la edad.
Así permanecí durante largos años, hasta que más adelante, en otro momento de mi vida de mayor madurez y solidez emocional, llegué al convencimiento de la pérdida de tiempo que suponía el plantearse estas cuestiones metafísicas de imposible resolución, así que concluí en dejar de cuestionarme tales cosas, es decir, entré en una etapa de pasotismo religioso. Pensé (y sigo pensando) que las creencias religiosas eran algo íntimo y personal, y que cada cual podía creer en lo que le diese la gana siempre y cuando respetase a sus semejantes y no hiciese daño a nadie.
Esta idea fue evolucionando con el transcurrir del tiempo, incubando una nueva transformación que surgiría desde lo más profundo de mi ser, cambiando mi modo de pensar y de ver las cosas hasta el momento actual (a ver lo que dura). Empezaré a explicarme con un ejemplo que creo que puede ser bastante esclarecedor, y además fue el germen sobre el cual afloró este pensamiento (nada nuevo, por otro lado): no sé si conocerán la forma que tienen en la India de domesticar a los elefantes (yo lo vi en un documental, no vayan a pensar que he domesticado a ninguno). De pequeño, le atan una pata a una estaca con una cadena, de manera que si el elefante tira de ella, ésta le aprieta y le hace daño. La cría de elefante aprende, y en poco tiempo deja de tirar para zafarse. Pasado un tiempo, su dueño e instructor le puede retirar la cadena tranquilamente sabiendo que el paquidermo no intentará huir jamás. La cadena ya no está, no existe, nadie la ve... Nadie excepto el elefante, para él sigue estando, y permanecerá allí toda su vida. Aunque la cadena sólo esté en su mente, para él será tan real como cuando estaba físicamente apresando su pata y privándole de la libertad. El elefante no sólo cree en la cadena, sino que además actúa en consecuencia resistiéndose a escapar de su dueño.
Pues pienso que lo mismo ocurre con Dios, o con cualquier otro tipo de creencia. Mientras exista alguien que crea en Él y actúe en consecuencia, será como si Dios existiese. Poco importa que no sea una realidad física, palpable e incuestionable, lo realmente importante es que es una idea que posee vida propia a través de la gente que en ella cree; sus consecuencias son reales: hay gente que muere, otras que se salvan, a otras muchas les da sentido a sus vidas, o les ayuda a afrontar la inevitable muerte, etc. Todo esto es real, y es la idea de Dios en la mente de la gente la que produce estos efectos y tantos otros en el mundo en que vivimos. Por poner otro ejemplo más cercano, sé de gente mayor, creyentes, allegados a mí, a los que su creencia en Dios les proporciona tranquilidad y bienestar, les da una explicación, necesaria para ellos, sobre el misterio de la cada vez más cercana muerte, y esto es algo que les infunde confianza y ánimo en sus quehaceres diarios. No seré yo quien intente persuadirlos de sus ideas, máxime cuando ni siquiera estoy seguro (ni podré estarlo nunca, me temo) de cual sería la verdad sobre la que tendría que convencerlos. La lástima es que también se dan muchas consecuencias negativas, y es contra ellas contra las que habría que luchar sin tregua, ya que la mayoría de las veces, estas consecuencias no tienen nada que ver con las creencias en sí, sino que vienen más bien impuestas por intereses particulares ajenos a ningún tipo de religión.
Yo ahora me alegro de que me hayan educado como lo hicieron, a pesar de haber renegado tanto de ello. Reconozco que tuvo sus inconvenientes, como el sentimiento de culpabilidad tan atormentante cada vez que me masturbaba, por mencionar alguno, pero no hay nada perfecto en esta vida (quizá en la otra sí). Incluso estoy llegando a pensar, de acuerdo con mi mujer, que a mi futuro hijo empezaré a educarlo también de la misma forma (aunque algo más abierta), observando los preceptos, rituales y, sobretodo, la moral cristiana, tal y como hicieron conmigo. Con el tiempo, y a medida que vaya adquiriendo madurez, supongo que podré ir revelándole lo que realmente opino, y que él decida. Creo que es un enorme error dejar que un crío se eduque sin ningún tipo de fe religiosa, porque entonces él tomará las suyas propias, que seguramente irán más encaminadas a la diversión y el juego que a otra cosa, como es lógico, teniendo en cuenta la falta de desarrollo emocional y mental de un niño. Puede que sea un poco pronto para hablar de estas cosas, ya que desconozco las nuevas transformaciones que el tiempo producirá en mí, pero de momento es esto lo que opino.
En fin, pues esto es todo lo que tenía que decir (de momento); ya me quedo más tranquilo (espero). En definitiva es lo que vengo diciendo desde hace tiempo: lo importante de las creencias no es si son ciertas o no, sino el daño o beneficio que hacen o pueden llegar a hacer.
Y concluyendo, que cada cual crea en lo que quiera y deje creer a los demás también en lo que les venga en gana, siempre con la barrera del respeto mutuo y la mirada puesta en el bienestar general, que a fin de cuenta también es el propio.

Huyendo de la vida

martes, 25 de marzo de 2008

Ejercicio correspondiente al taller de literatura donde se nos pide construir un relato a partir del primer párrafo escrito en negrita.

Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él.
Miguel se volvió a embutir pesadamente en el desvencijado catre escupiendo maldiciones a la noche. No había nada que le molestase más que le interrumpiesen el primer sueño; sabía por experiencia que tardaría en volver a sumergirse en el reparador letargo nocturno, sobre todo esta noche, la primera que pasaba en su triste habitación después de dos años largos vagando sin rumbo fijo por cuartuchos aún más sórdidos y polvorientos, aquellos que su exigua economía podía poner a su alcance. Y todo por un solo error. O quizás no. Miguel empezaba a comprender que sólo podía ser el orgullo de especie dominante el que le hiciese creer que podía ser responsable de los avatares fortuitos que el destino hacía cruzar una y otra vez por su insulsa vida humana; sólo una criatura presumida y arrogante como el hombre podría pensar que es de verdad libre de decidir su oscuro futuro. Estúpidos ignorantes.
El efecto hipnotizante de las titilantes luces de neón del exterior invitando insistentemente a fumar Winston americano empezaron a ejercer sobre los párpados pesados de Miguel sus adormecedoras consecuencias, cuando, de repente, un aterrador pensamiento atravesó su cerebro como un rayo en la media noche, haciéndole saltar de la cama, alejando para siempre el sueño y la calma. “¿Cómo he podido ser tan estúpido?”, pensó con rabia mientras una palabra se dibujaba tenuemente sobre sus apretados labios: “Trampa”.
El largo tiempo que había pasado lejos de la realidad sucia y hostil de su mundo, le habían aletargado los reflejos y la razón, convirtiéndolo en un ser vulnerable, como tantos otros, y colocándole en una posición muy peligrosa. Cómo podía haber supuesto que esa clase de tipos se hubiesen olvidado de él tan fácilmente; gente así nunca olvida; no descansan jamás hasta que no ven pagadas sus deudas. Entonces lo vio claro; “habrán pagado a alguien para que llame cada noche, y yo, como un capullo novato, me he delatado a las primeras de cambio”. En cuestión de segundos se vistió con los raídos vaqueros, la camiseta sucia y las zapatillas deportivas gastadas que constituían todo su atuendo desde hacía semanas. Lamentándose por haberse deshecho tan prontamente de su vieja pipa, dio un salto felino hacia la puerta del apartamento cuando, una acuciante sospecha le paralizó la mano que ya atenazaba el picaporte. Ruidos de pasos precipitados al otro lado. Miguel sabía que este edificio era a todas horas un hervidero de actividad humana poco prudente, pero también conocía la rapidez con la que actuaban los hombres que le buscaban. No podía cometer un nuevo error, pero tampoco tenía tiempo para pensar. Se giró y voló hacia la ventana de la parte trasera; la oscuridad del callejón le proporcionaría refugio. Un par de pasos en la cuerda floja de la cornisa y un pequeño salto hacia la escalera de incendio le ayudarían a franquear los tres pisos de altura que le separaban de la salvación. No había problemas, ya lo había hecho otras veces.
Apenas había podido sortear el primer tramo de la oxidada escalera metálica cuando sus experimentados oídos volvieron a ponerle en alerta. Un chirriar de neumáticos en la misma boca del angosto callejón. Todo el mundo sabe que un sonido así sólo puede significar una cosa. Por el rabillo del ojo los vio salir de un enorme coche del color de la noche; gabardinas oscuras, sombreros negros, no hay tiempo para pensar. Como una rata asustada Miguel salta de nuevo al interior del edificio por un pequeño ventanuco que da al pasillo de la segunda planta. No piensa, sólo corre. Se asoma por la baranda: gabardinas oscuras y sombreros negros suben alborotadamente; la azotea es ahora su salvación. Intuye que en breves momentos se convertirá en una nueva ratonera, pero eso será después, ahora no hay tiempo para pensar. Salta los escalones de dos en dos, tres; cuatro, cinco plantas; el corazón le golpea con insistencia, pero éste, desde su oscura oquedad, no puede adivinar lo que ocurre fuera, en el mundo real, donde se muere o se mata porque sí, porque así son las cosas. Miguel alcanza la pequeña puerta que corona el edificio, “seguro que está cerrada con llave”, se atreve a imaginar. La empuja con fuerza y ésta cede; respira aliviado al tiempo que una bocanada de aire frío y húmedo procedente del cielo estrellado le da las buenas noches. El sudor se le hiela, pero no hay tiempo para pensar. Su mirada se mueve a mayor velocidad que su vista, la cabeza gira y gira, oscuridad y amenazas, amenazas y oscuridad; los cuatro puntos cardinales presentan el mismo aspecto desalentador. Vuelve a correr sin pensar y sin escuchar al atormentado corazón que le grita con más fuerza desde el interior de su oquedad. Ahora no hay tiempo, después. El edificio que se le presenta ante sus ojos es algo más bajo, unos dos metros de distancia, quizá tres. No hay problema, sólo será un salto sin importancia. Toma carrera mientras oye los precipitados pasos a su espalda; gabardinas oscuras, sombreros negros; no hay tiempo para pensar. Corre, salta, son más de tres metros, puede que hasta cuatro, no se sabe, qué más da. Cae a varios metros del pretil; ahora son los pies y el hombro sobre el que ha rodado los que le gritan, déjalo ya, todo esto es una locura, no hay salvación. Pero no hay tiempo para escuchar, qué sabrán ellos. Miguel corre entre un bosque de humeantes chimeneas ennegrecidas y antenas oxidadas. Su corazón se vuelve más osado por momentos, si no lo dejas ya seré yo quien lo haga, le amenaza, ya no eres el jovenzuelo inquieto e indomable de hace unos años. Pero no hay tiempo para pensar.
Sólo un metro le separa de la puerta de chapa que se ha convertido por ahora en su salvación, cuando siente junto a su cabeza un silbido escalofriante al mismo tiempo que ve saltar frente a sus ojos un trozo de ladrillo de la pared que ya tiene a su alcance. Armas con silenciador, esta gente piensa en todo; así evitarán la llegada de la policía entorpeciendo sus quehaceres. Ahora es cuando su corazón, piernas y músculos encuentran un aliado excepcional; también se les une el cerebro. Estás perdido, no hay nada que hacer, este disparo ha pasado cerca, el próximo será definitivo. Pero la pequeña portezuela se abre y cobija a Miguel tras de sí. No hay tiempo para pensar, sólo para correr.
Más escaleras. Sus pulmones protestan furiosamente, no puedes seguir. Pero no hay tiempo para pensar. Salta los escalones de tres en tres. Cuarta planta, tercera, segunda, primera; sus ojos se levantan mientras gira bruscamente entre dos tramos de escalera; gabardinas oscuras, sombreros negros. No hay tiempo para pensar. El portal salvador ya está a su alcance, un último empujón y podrá perderse en la oscuridad de la noche. Allí estará a salvo.
Pero en esta ocasión la noche le saluda con un terrible golpe en la cabeza que lo derriba sin remedio contra el sucio suelo acerado, haciéndole perder a un tiempo la conciencia y la libertad.
Cuando sus ojos se abren a la vida y su mente a la realidad, la totalidad de su cuerpo se pone de acuerdo para gritarle “ya te lo advertimos”. El dolor de la cabeza es punzante, casi insoportable, pero la negrura del cañón de una Magnum a un palmo de distancia es motivo más que suficiente para no pensar en ello. Al fondo del brazo que la sostiene, el rostro indolente de Toni el Gordo.
–Sa... sabes que fue inevitable, Toni –consigue articular Miguel con un hilillo de sangre corriéndole por la comisura de la boca–. Tu hermano venía a por mí, tuve que hacerlo, no me dejó otra opción.
–Mi hermano era un desgraciado –dice Toni impasible sin apartar el arma–, merecía morir.
Un rayito de esperanza cruza la mente de Miguel durante un breve instante.
–También tú eres un desgraciado, Miguel –continúa el mafioso con el mismo tono de voz inexpresivo–. Y también mereces la muerte.
El rayito se esfumó tal como vino, con la premura que precede al olvido. Ahora sí podía pensar, pero ya era tarde. Justo cuando el tenebroso pasillo oscuro que le encañonaba se lo tragó por completo y para siempre, una lúcida idea aterrizó en su mente: “Ahora ya soy libre”.

Cuando pensabas que no te miraba

lunes, 17 de marzo de 2008

Cuando pensabas que no te miraba”, poema recogido en “Niños mimados” (Paidós), de Mary Rita Schilke Korzan.

"Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo colgabas mi primer dibujo en la nevera e inmediatamente quise hacer otro.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo alimentabas a un gato perdido y aprendí que es bueno portarse bien con los animales.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo hacías mi pastel favorito y aprendí que las pequeñas cosas pueden ser las más especiales.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo preparabas comida y se la llevabas a una amiga enferma y aprendí que tenemos que ayudarnos los unos a los otros.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo ofrecías tu dinero y tu tiempo para ayudar a gente que no tenía nada y aprendí que los que tienen algo deben compartir con los que carecen de todo.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo me dabas un beso de buenas noches y me sentí querido y seguro.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo cuidabas de la casa y de los que vivimos en ella y aprendí que tenemos que cuidar de lo que se nos da.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo asumías tus responsabilidades, incluso cuando no te encontrabas bien, y aprendí que cuando fuera mayor sería responsable.
Cuando pensabas que no te miraba, vi lágrimas en tus ojos y aprendí que a veces las cosas duelen, pero que se puede llorar.
Cuando pensabas que no te miraba, vi cómo te preocupabas por mí y quise llegar a ser todo lo que pudiera ser.
Cuando pensabas que no te miraba, aprendí la mayoría de las lecciones que necesito para ser una persona buena y de provecho cuando crezca.
Cuando pensabas que no te miraba, lo hacía y quería decirte “gracias por todas las cosas que vi cuando pensabas que no te miraba".

Cada uno de nosotros, padres, abuelos, familiares o amigos, tenemos influencia sobre la vida de un niño. Puede que sólo seas “alguien” en el mundo, pero hay alguien para quien tú eres el mundo.

Noticias primera edición

martes, 11 de marzo de 2008

Y como viene siendo ya habitual, a consecuencia de la escasez de noticias de interés general en nuestro país, pasamos directamente a contarles la crónica internacional.

En Somalia la violencia sobre la población civil sigue su crecimiento multiplicando sus devastadores efectos. En Mogadiscio, los combates han provocado un número indeterminado de muertos y la huída de cientos de miles de personas, alcanzándose la cifra de hasta un millón de desplazados en un país de apenas siete millones de habitantes. Les recordamos que estos desplazados se encuentran en situaciones extremas, sin apenas agua, alimentos ni cobijo. Mientras, en Mogadiscio, cientos de miles sobreviven en condiciones también infrahumanas y sin posibilidad de asistencia, a causa del caos. Lo mismo ocurre en la mayoría de regiones, donde los problemas de seguridad impiden la llegada de ayuda urgente donde se necesita.

En Zimbabwe se han vuelto a registrar incontables muertes a causa del SIDA, prosiguiendo con la fatal racha de 3.000 victimas semanales. Recordemos que en este país, cerca de 1,8 millones de personas padecen esta enfermedad y tan sólo una cuarta parte reciben tratamiento. Las perspectivas no son muy halagüeñas: el sistema nacional de salud, en otros tiempos uno de los más sólidos de África meridional, se encuentra al borde del colapso, con graves problemas de suministro de medicamentos, un éxodo masivo del personal cualificado y la consiguiente saturación de pacientes. Por todo ello, el programa gubernamental de VIH/sida ha quedado paralizado. A todo esto se une los ya consabidos problemas de desempleo galopante, inflación descontrolada, escasez de alimentos, degradación (cuando existe) del sistema de agua y saneamiento provocados por la interminable crisis política y económica que sufre el país.

De nuevo en el día de ayer encontraron la muerte más de cinco mil personas infectadas de tuberculosis y se estima que otras veinticinco mil empezaron a desarrollarla, como viene siendo habitual en estos últimos años. La industria farmacéutica continua haciendo oídos sordos a este alarmante suceso, considerando que estos pacientes no son una prioridad, por lo que los últimos avances terapéuticos se remontan a la década de los sesenta, mientras que las pruebas diagnósticas más utilizadas tienen más de un siglo de antigüedad.

En lo que respecta a los menores de cinco años, nuevamente se contabilizaron las más de doce mil muertes por desnutrición que se vienen registrando diariamente, fundamentalmente en el Cuerno de África, el Sahel y el sur de Asia. La falta de apoyo económico sigue haciendo imposible la llegada allá donde se necesita de los alimentos preparados ricos en nutrientes que se elaboran con pasta de leche de cacahuete enriquecida con vitaminas que no necesitan refrigeración ni preparación. Este preparado alimenticio que se desarrolló con éxito para salvar vidas de forma rápida y económica, hasta la fecha, sólo está al alcance de una minoría de niños con malnutrición severa.

Dirigimos a continuación nuestra mirada a Sri Lanka, donde el virulento conflicto ha superado ya el cuarto de siglo. Atrapados por los combates entre las fuerzas gubernamentales y los Tigres de Liberación de la Tierra de Tamil, en el este y el norte del país los civiles viven aterrorizados por bombardeos selectivos, matanzas, ataques suicidas, minas, secuestros, reclutamientos forzados, extorsiones, restricciones de movimientos y detenciones arbitrarias. Cientos de miles de personas han abandonado sus hogares desde que se reanudaron los combates en agosto de 2006. Debido a las hostilidades, y precisamente cuando se hace más necesaria la intervención médica, en las regiones cercanas a la línea de frente, los hospitales se están quedando sin especialistas para atender, entre otros, a los heridos.

Nos llegan también las últimas noticias desde la República Democrática del Congo, donde año y medio después de las elecciones que debían estabilizar la nación, el conflicto no ha remitido en el este del país. Con el apoyo de la Misión de Naciones Unidas en RDC, el gobierno se enfrenta ahora en Kivu Norte a las fuerzas del general rebelde Laurent Nkunda, con la participación de viejos conocidos de la guerra congoleña, como los mai-mai o las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda. En consecuencia, continúan los masivos desplazamientos de civiles, cientos de miles de personas obligadas a huir de un lado a otro, a veces repetidamente, muchas de ellas para esconderse en el bosque sin apenas comida ni atención médica, y cada vez más vulnerables a enfermedades fácilmente tratables. La altísima tasa de violencia sexual es otra inquietante dimensión de la crisis, así como los brotes de cólera, sintomáticos de la vulnerabilidad de la región, donde grandes áreas siguen inaccesibles para las organizaciones humanitarias debido a la inseguridad.

Nos vamos ahora hasta Colombia, el país con la tercera cifra más alta de desplazados del mundo, después de Sudán y el Congo, con 3,8 millones de personas fuera de sus hogares debido a la incesante violencia generada por el narcotráfico. Estas personas son tratadas por todas las partes en conflicto como potenciales colaboradores del rival, acorralados por las amenazas de represalias, aislados de la atención sanitaria... desesperados, abandonan sus hogares con poco más que lo puesto para buscar refugio, en condiciones igual de amenazantes y precarias, en los suburbios marginales de las ciudades. Allí, perdidos en un laberinto burocrático o con miedo a ser reconocidos como desplazados, siguen al margen del sistema de salud, expuestos a infecciones respiratorias, enfermedades diarreicas y desórdenes psicológicos. Debido a la inseguridad, tampoco hay muchos desplazados que tengan la opción de regresar a sus hogares, y quienes lo hacen se encuentran con comunidades destruidas donde todo debe empezar desde cero, quizás hasta el próximo desplazamiento.

En Myanmar, antigua Birmania, donde reside una de las poblaciones más aisladas del mundo, la casi nula inversión pública ha colapsado el sistema sanitario, generando grandes vacíos en la atención médica. Especialmente grave es la crisis en el estado de Rakhin Occidental, donde los rohingyas musulmanes, sin derechos de ciudadanía, viven en precariedad extrema. En las zonas de conflicto contra los rebeldes karen y mon, en la frontera con Tailandia, las restricciones gubernamentales han frustrado los esfuerzos de la ayuda humanitaria.

Volvemos al castigado continente africano. Desde finales de 2005, los combates entre las fuerzas gubernamentales y varios grupos rebeldes en el norte de la República Centroafricana, así como los ataques directos, saqueos e incendios perpetrados contra numerosas aldeas, han causado importantes desplazamientos de población. Decenas de miles de personas tuvieron que refugiarse en el bosque, restringiendo gravemente su acceso a la ayuda humanitaria. Zonas como Vakaga, con una población de 45.000 habitantes, presentan una ausencia total de asistencia sanitaria. Para los refugiados la situación no es mucho mejor. Las 30.000 personas que huyeron a Camerún carecen de cobijo, alimentos y asistencia sanitaria, lo que se tradujo en alarmantes tasas de desnutrición infantil. En Chad, más de 45.000 refugiados y las poblaciones que les han acogido también se encuentran en situación precaria.

Y terminamos la crónica internacional en Chechenia. Cuatro años después de amainar los combates entre el Ejército ruso y los rebeldes chechenos, decenas de miles de desplazados huidos a las vecinas repúblicas de Ingusetia y Daguestán ya han regresado a sus casas. En Grozni, la castigada capital chechena, la reconstrucción avanza a buen ritmo. Pero estos progresos no significan que la crisis pueda darse por terminada para la población civil. Secuestros, desapariciones, asesinatos y bombardeos están a la orden del día en Ingusetia, Osetia del Norte y Daguestán, mientras que en Chechenia la seguridad aún es precaria. Frente a esto, los servicios básicos de salud, en particular de ginecología y obstetricia, son muy deficientes, inexistentes o están fuera del alcance de los retornados, que sobreviven en condiciones misérrimas.

Desde Colombia nos llega una noticia de última hora remitida por nuestro correponsal en la zona Carlos Eduardo. Nos informa que ha sido ajusticiado un importante jefe guerrillero por un miembro de su grupo de seguridad. El homicida llegó hasta la fiscalía en la población más cercana con la mano del jefe guerrillero dentro de un refrigerador portátil y aseguró que se vio obligado a matarlo por puro instinto de supervivencia. El gobierno estudia la posibilidad de entregarle al guerrillero arrepentido la recompensa de 2 millones de dólares.

Por falta de tiempo omitimos las noticias que nos llegan a nuestra redacción procedentes de Irak, Afganistán y los territorios ocupados de Palestina, donde las muertes y las injusticias siguen produciéndose como cada día, impunemente y sin una solución aparente.

Sin más, nos despedimos hasta el próximo informativo. Que tengan un buen día.

Fuente: Médicos Sin Fronteras.

Algún día los informativos contarán la verdad de lo que ocurre en el mundo, y puede que entonces incluso llegue a interesarnos.

Más política. ¡Ufff!

jueves, 6 de marzo de 2008

Pincha aquí si eres de los que creen que existe una verdad que a alguien le pueda interesar.
Feliz día.

Por una España mejor

martes, 4 de marzo de 2008

Hoy quiero aprovechar la oportunidad que me da este espacio para pedirles el voto, frente a las próximas elecciones generales, al único partido político que se ha hecho merecedor de él en lo que llevamos de democracia en este país. Los motivos están bien claros, como todos ustedes sabrán. Les pido que voten por el único partido capaz de hacer una reflexión profunda y sincera de la actual situación a la que se enfrenta la nación y todos sus ciudadanos y ciudadanas. Les pido que sean consecuentes cuando vayan a las urnas el próximo domingo y depositen su confianza en aquellas personas que trabajan sólo y únicamente por y para usted. Les aseguro que, con vuestro apoyo, sacaremos adelante un proyecto basado en el diálogo y la comprensión mutua; un proyecto dedicado exclusivamente a mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos y ciudadanas de este país, con miras a un futuro prometedor y siendo plenamente conscientes de las necesidades de los trabajadores y de todas aquellas personas que se levantan cada día dispuestas a luchar para mantener una familia, un puesto de trabajo o, simplemente, pero no por ello menos importante, un estatus social que sea equiparable por lo menos a cualquiera de los países más desarrollados del planeta. Esa es nuestra meta, y para ello estamos dispuestos a levantarnos con vosotros también cada día y luchar codo con codo, sin rendirnos jamás, hasta conseguir los objetivos propuestos. Nuestra política estará en todo momento enfocada en el consenso y la multilateralidad, de acuerdo con el espíritu plural que siempre hemos sabido mantener, incluso en las situaciones más adversas y complicadas, al contrario de lo que viene haciendo la oposición, que como todos y todas sabéis, intenta desmantelar el sistema creando un ambiente de crispación entre los votantes que no podemos ni debemos consentir. Por ello pido taxativamente la unión de todos los españoles y españolas para que no se salgan con la suya; les pido que confíen una vez más en el único partido capaz de abrir un diálogo sincero y democrático, con perspectivas de futuro y que está dispuesto a dejarse la piel por cada uno de ustedes.
Todos conocéis ya nuestras ideas y la ilusión que ponemos en cada una de ellas; sabéis que vuestras necesidades son las nuestras, que nuestro empeño será siempre sacar adelante todas las reformas necesarias que vayan encaminadas a mejorar el nivel de vida del que todos y todas somos merecedores. Juntos lo podremos conseguir, y no descansaremos hasta que así sea.
Por todo ello y mucho más, les emplazo el próximo domingo a que tachen en las papeletas destinadas a las urnas los nombres de aquellas personas en las que confían, aquellas pertenecientes al partido que siempre estará junto a ustedes, junto al pueblo, mirando en todo momento por vosotros y vosotras, les pido encarecidamente que voten a.... esto a... sí hombre, ese partido tan famoso, cómo se llama.... Bueno, da igual, seguro que ya todos habréis reconocido de quién se trata; no podría ser otro. Pues eso, que nos voten y así todos y todas saldremos ganando (sobretodo nosotros).

La raspa de pez

El pez nunca podrá ver su raspa; la raspa tampoco verá jamás al pez que un día la llevó consigo.
Nadie dirá nunca que la madera es ceniza viva, ni pensará que la ceniza es madera muerta. La madera es madera y la ceniza es sólo eso, ceniza.
Una mariposa no es un gusano alado, es únicamente una mariposa. Así como ningún ave que surque el cielo será jamás consciente de su pasado como simple huevo.
Una palabra siempre es precedida de un pensamiento, pero éste será en todo momento independiente del sonido que generó, siendo a veces incluso contrario.
Cuando miro al pasado, no me reconozco en la persona que vive en mis recuerdos. Soy consciente de que toda su carga emocional y sensitiva viajarán conmigo hasta el fin de mis días, pero sé que esa persona que existió en una época, ya se extinguió, transformándose en lo que hoy soy. Y ese mismo proceso jamás se detendrá.
Todo lo conocido fue generado en un tiempo muy remoto a raíz del fenómeno más violento del que se tiene constancia. Cada una de las partículas más elementales que nos dan el ser y la vida surgieron a partir de la gran explosión que acabó con una estrella mucho mayor que nuestro sol hace algunos miles de millones de años y, sin embargo, nada hace recordar en nuestras precarias mentes la brutalidad y la dureza de la supernova que nos vio nacer.
Todo en el universo está en constante cambio, y esa raspa de pez que ahora se mece inerte al compás de las olas y que un día perteneció a algo vivo y dinámico, en algún lejano tiempo podría formar parte activa de otro ser futuro ahora inimaginable, quién sabe, puede que incluso inteligente.

Se acordaron de mí: