lunes, 6 de agosto de 2007
No hace mucho tiempo se me pasó por la mente un pensamiento escalofriante; y, lo peor de todo, es que, por más que reflexiono sobre él, siempre llego a la misma conclusión: parece cierto.
Se lo cuento a ustedes para que, por favor, alguien me saque de lo que indudablemente debe de ser un error por mi parte.
El pensamiento es el siguiente: uno de los mejores inventos de los últimos tiempos que ha desarrollado el hombre son las armas de fuego y las de destrucción masiva.
No se alarmen, déjenme primero manifestar mis reflexiones al respecto y las conclusiones que de ellas extraigo.
Se lo cuento a ustedes para que, por favor, alguien me saque de lo que indudablemente debe de ser un error por mi parte.
El pensamiento es el siguiente: uno de los mejores inventos de los últimos tiempos que ha desarrollado el hombre son las armas de fuego y las de destrucción masiva.
No se alarmen, déjenme primero manifestar mis reflexiones al respecto y las conclusiones que de ellas extraigo.
En primer lugar, de todos es sabido que las guerras han existido prácticamente desde que el hombre es hombre. La humanidad siempre ha encontrado la forma de luchar contra sus semejantes y de acabar con la vida de otros individuos de la forma que sea. Es decir, nunca han sido necesarias las armas de fuego ni las bombas para matar gente, destruir ciudades enteras, masacrar poblaciones o, incluso, exterminar civilizaciones por completo.
Antes de la aparición de las armas de fuego, los pueblos se enfrentaban los unos a los otros armados con espadas, hachas, lanzas, catapultas, arcos y flechas,... Puestos en el caso de un inevitable conflicto, ¿se imaginan ver venir a toda carrera a una horda de miles de salvajes enemigos armados hasta los dientes con toda clase de objetos punzantes y profiriendo gritos desgarradores, dispuestos a sacarles las entrañas sin compasión alguna a todo el que se cruce en su camino? Me entran escalofríos con sólo pensarlo. Pues así se hacían las guerras antes de la aparición de las armas de fuego. Sinceramente, prefiero que me pequen un tiro por la espalda o que me caiga un pepino del cielo y adiós muy buenas. Llámenme cobarde si lo prefieren, pero la sola idea de una guerra de las de antes hace que se me erice el vello y me entren ganas de visitar el retrete.
En segundo lugar, sobre las armas de destrucción masiva, hasta el día de hoy al menos, parece que, más que provocar guerras y conflictos, los están evitando. La prueba está en que tan sólo se han utilizado con fines bélicos y destructivos una vez, durante la Segunda Guerra Mundial, y no podemos olvidar que sirvieron para poner fin a dicha guerra. Una sola muestra de tan tremendo poder destructivo ha servido para demostrar lo loco o desesperado que habría que estar para volver a utilizar semejante armamento. Sin el desarrollo de este tipo de armas no estaría yo tan seguro de que la famosa guerra fría entre EE.UU. y la U.R.S.S. hubiese sido tan fría. Los países que desarrollan dicha tecnología armamentística no lo hacen con la idea de decir “preparaos que voy a por vosotros”, sino más bien “cuidado, no meterse conmigo que mirad lo que tengo”. Es decir, utilizan este tipo de armas con fines defensivos, ante posibles ataques futuros por parte de otras potencias. Y de momento funciona; ningún líder mundial que esté en sus cabales iniciaría una guerra abierta contra una potencia armada de esta forma; tendrían mucho que perder, y nadie con sentido común asume semejante riesgo. Es más, estoy seguro de que el presidente G. Bush no hubiera invadido Irak de haber estado convencido de que éste poseía armamento nuclear dispuesto para ser utilizado. Sería lógico pensar que Sadam Hussein lo hubiese usado antes de verse vencido por su enemigo, y, como he dicho, nadie en su sano juicio se hubiese arriesgado a ello, ni tan siquiera un demente como el presidente de los Estados Unidos.
No quiero decir con esto que yo estoy a favor de las armas nucleares, de hecho estoy en contra de cualquier tipo de armas, ojalá no existiera ninguna. Además siempre existirá la posibilidad de que un fanático llegue al poder de una de estas naciones y le de por apretar un botón que no debiera. Esta sola posibilidad es suficiente para que tuvieran que desaparecer todas ellas.
En fin, no sé si les habré convencido de algo, espero que no. Espero que alguien me conteste diciéndome que estoy loco si de verdad creo que uno de los mejores inventos del hombre son las armas de fuego y las de destrucción masiva. Pero eso sí, intenten convencerme con buenos argumentos.
Antes de la aparición de las armas de fuego, los pueblos se enfrentaban los unos a los otros armados con espadas, hachas, lanzas, catapultas, arcos y flechas,... Puestos en el caso de un inevitable conflicto, ¿se imaginan ver venir a toda carrera a una horda de miles de salvajes enemigos armados hasta los dientes con toda clase de objetos punzantes y profiriendo gritos desgarradores, dispuestos a sacarles las entrañas sin compasión alguna a todo el que se cruce en su camino? Me entran escalofríos con sólo pensarlo. Pues así se hacían las guerras antes de la aparición de las armas de fuego. Sinceramente, prefiero que me pequen un tiro por la espalda o que me caiga un pepino del cielo y adiós muy buenas. Llámenme cobarde si lo prefieren, pero la sola idea de una guerra de las de antes hace que se me erice el vello y me entren ganas de visitar el retrete.
En segundo lugar, sobre las armas de destrucción masiva, hasta el día de hoy al menos, parece que, más que provocar guerras y conflictos, los están evitando. La prueba está en que tan sólo se han utilizado con fines bélicos y destructivos una vez, durante la Segunda Guerra Mundial, y no podemos olvidar que sirvieron para poner fin a dicha guerra. Una sola muestra de tan tremendo poder destructivo ha servido para demostrar lo loco o desesperado que habría que estar para volver a utilizar semejante armamento. Sin el desarrollo de este tipo de armas no estaría yo tan seguro de que la famosa guerra fría entre EE.UU. y la U.R.S.S. hubiese sido tan fría. Los países que desarrollan dicha tecnología armamentística no lo hacen con la idea de decir “preparaos que voy a por vosotros”, sino más bien “cuidado, no meterse conmigo que mirad lo que tengo”. Es decir, utilizan este tipo de armas con fines defensivos, ante posibles ataques futuros por parte de otras potencias. Y de momento funciona; ningún líder mundial que esté en sus cabales iniciaría una guerra abierta contra una potencia armada de esta forma; tendrían mucho que perder, y nadie con sentido común asume semejante riesgo. Es más, estoy seguro de que el presidente G. Bush no hubiera invadido Irak de haber estado convencido de que éste poseía armamento nuclear dispuesto para ser utilizado. Sería lógico pensar que Sadam Hussein lo hubiese usado antes de verse vencido por su enemigo, y, como he dicho, nadie en su sano juicio se hubiese arriesgado a ello, ni tan siquiera un demente como el presidente de los Estados Unidos.
No quiero decir con esto que yo estoy a favor de las armas nucleares, de hecho estoy en contra de cualquier tipo de armas, ojalá no existiera ninguna. Además siempre existirá la posibilidad de que un fanático llegue al poder de una de estas naciones y le de por apretar un botón que no debiera. Esta sola posibilidad es suficiente para que tuvieran que desaparecer todas ellas.
En fin, no sé si les habré convencido de algo, espero que no. Espero que alguien me conteste diciéndome que estoy loco si de verdad creo que uno de los mejores inventos del hombre son las armas de fuego y las de destrucción masiva. Pero eso sí, intenten convencerme con buenos argumentos.
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