lunes, 12 de noviembre de 2007
¿Se han parado alguna vez a pensar en la infinidad de problemas, injusticias y crueldades que se han cometido y se comenten a diario debido a las creencias, ya sean ciertas o falsas?
Cuántas personas habrán sido asesinadas a lo largo de la historia de la humanidad por creer o no creer en algo.
Cuántos pueblos habrán sido aniquilados por creer en algo distinto a otro más fuerte.
Cuántos seres humanos habrán sufrido daños, humillaciones, vejaciones o habrán sido perseguidos y expulsados de sus hogares por negarse a creer en algo que otros trataban de imponerles.
Cuántos dictadores y personas sin escrúpulos han alcanzado el poder porque su pueblo creía en ellos en un momento determinado.
Cuántas parejas se habrán roto porque uno de sus miembros creía saber algo sobre el otro que no le agradaba; como por ejemplo, que éste le era infiel o no le amaba lo suficiente.
Cuántas personas habrán sido condenadas injustamente porque otras creían que eran culpables de algo.
Cuántas personas no habrán alcanzado la felicidad porque no se creían merecedoras de ello.
Cuántas personas no habrán intentado comenzar una bonita relación de amor con otra por creer que no serían correspondidas.
¿Por qué los seres humanos seguimos empeñados en que las creencias, o no creencias, sigan dirigiendo nuestras vidas, en demasiadas ocasiones, en contra de nuestra voluntad y de nuestros intereses?
¿De verdad son todas necesarias?
Una persona puede creer o dejar de creer en algo por tres motivos diferentes: el conocimiento, la ignorancia o el miedo.
Sobre el conocimiento hay poco que decir. Éste nos lleva a creer en cosas como la gravedad, la evolución, la rotación de la Tierra, el sistema solar, la fuerza electromagnética, la energía de las estrellas, las placas tectónicas, la composición molecular del agua, etcétera. Que sean hechos demostrados científicamente no prueban que sean forzosamente ciertos, como ya ha ocurrido en muchas ocasiones, pero al ser aceptados mayoritariamente y estar fundamentados sobre determinados conocimientos que se poseen en ese preciso momento, son creencias que pueden estar plenamente justificadas.
Las creencias motivadas por la ignorancia también están, por desgracia, muy generalizadas. Y no me refiero a las creencias en elementos sobrenaturales o difícilmente demostrables, como pueden ser la creencia (o falta de ella) en un único Dios, o en espíritus, fantasmas, etc. Me refiero a las creencias que no vienen motivadas por el sentido común o por un amplio razonamiento, sino más bien han sido establecidas por tradición, por herencia, por que es lo que todo el mundo cree o es lo que nos han enseñado a creer cuando éramos unos niños. Estas creencias irracionales son también las que nos llevan a romper con una pareja por creer que nos miente, sin haberlo podido demostrar; o son las que nos llevan a prejuzgar a otras personas tan sólo por su aspecto, procedencia, forma de hablar, tradiciones,... llevándonos incluso en ocasiones a condenar a inocentes. La ignorancia es también la que nos conduce a creer en determinadas personas que no son merecedoras de nuestra confianza, como ocurre muchas veces con los políticos a los que votamos en las urnas.
Pero la peor de todas es, sin duda, la creencia motivada por el miedo. Tampoco aquí me refiero a las creencias impuestas por terceros, ya que, un credo es algo tan personal que sería imposible obligar a alguien a creer en algo en lo que no quiere creer. Distinto es el que algunas personas finjan creer en algo por temor a ser rechazadas, expulsadas, humilladas, asesinadas, etc., como han tenido que hacer infinidad de personas a lo largo de la historia para salvar sus vidas. Pero este es un caso distinto al que estamos tratando, ya que nadie puede saber nunca lo que otra persona cree realmente, a no ser que ésta se lo diga, y todos sabemos lo fácil que es mentir. El auténtico peligro del miedo, aparte de ser totalmente irracional, es que ataca a lo más íntimo y personal que posee cualquier persona: a la mente; llevándola a actuar de forma inconsciente y peligrosa, como si de un bebé se tratase. Algunos ejemplos: todas aquellas personas que han creído y creen en un único Dios tan sólo por el miedo al castigo que Éste podría infringirles, en caso de existir; la imposibilidad de entablar alguna relación seria con otra persona por creer que no va a funcionar, es decir, por el miedo al rechazo; las injusticias cometidas sobre otras personas por creer que podían ser peligrosas, o sea, por el temor que producía el que fueran diferentes; la elección de un determinado líder por creer que será mejor que los otros existentes, o lo que es lo mismo, por miedo a ser gobernados por alguien no deseado; el miedo injustificado a ciertos animales que sabemos que son inofensivos, por creer que nos podrían hacer daño de alguna manera. Y así podríamos continuar con multitud de temores infundados, inconsistentes, que continuamente atenazan nuestro cerebro obligándonos a creer en cosas que no pasarían ni un primer examen racional, y que nos llevan a tomar decisiones perjudiciales para nosotros mismos o para otras personas y terminan conduciendo nuestras vidas por caminos que no son los más adecuados, ni los que realmente nosotros deseamos.
Las creencias surgidas por la ignorancia o el miedo pueden ser confundidas fácilmente. La diferencia fundamental sería que la primera nos llega del exterior: mentiras, manipulación, tradición, falsas interpretaciones, etc.; mientras que las creencias fundamentadas en el miedo, son estrictamente personales, y difícilmente podrían ser expuestas de forma lógica y razonable, aunque, paradójicamente, suelen tener más peso sobre nuestras decisiones, y por tanto en nuestras vidas, que cualquier otra. En muchas ocasiones pueden coincidir; cuando es la ignorancia la que hace brotar el miedo en nuestro interior, haciendo que éste se aferre a nuestro subconsciente hasta el punto de que lleguemos incluso a olvidar el verdadero motivo por el que llegó allí. En cualquier caso, tanto unas como otras son igualmente perjudiciales, y deberíamos luchar con toda nuestra energía por hacerlas desaparecer para siempre de nuestras vidas.
Conclusión: Nos complicamos demasiado la vida por creencias que, en la mayoría de los casos, ni tan siquiera es necesario que nos las planteemos. Por ejemplo, si nadie puede convencerme fehacientemente de la existencia, o no existencia, de un único Dios, ¿de qué me sirve planteármelo siquiera? Yo sé que tengo que procurar hacer lo correcto en todo momento; si Dios existe, sabrá recompensármelo, y si no, podré dormir con la conciencia tranquila por haber actuado como es debido. No tiene porqué cambiar nada el que crea o no. Ni que decir tiene que se puede creer en Dios libremente de una forma racional y consciente, teniendo muy claro lo que esto significa y siendo coherentes en todo momento con dicha creencia, de hecho, yo admiro a las personas que logran hacerlo, y encuentran en la fe un auténtico apoyo en sus vidas. Si lo pensamos bien, lo realmente importante de una creencia no es si ésta es verdadera o falsa, sino el daño o el beneficio que podría llegar a hacer. Lo mismo se podría concluir de otras muchas dudas que nos surgen diariamente y con las que convivimos. Solución: simplemente olvidarlas y actuar conforme nos dicten nuestros sentidos; sobretodo, el sentido común.
En definitiva, cuidado con lo que crees o dejas de creer, podría destruir tu vida (o solucionarla).
Cuántas personas habrán sido asesinadas a lo largo de la historia de la humanidad por creer o no creer en algo.
Cuántos pueblos habrán sido aniquilados por creer en algo distinto a otro más fuerte.
Cuántos seres humanos habrán sufrido daños, humillaciones, vejaciones o habrán sido perseguidos y expulsados de sus hogares por negarse a creer en algo que otros trataban de imponerles.
Cuántos dictadores y personas sin escrúpulos han alcanzado el poder porque su pueblo creía en ellos en un momento determinado.
Cuántas parejas se habrán roto porque uno de sus miembros creía saber algo sobre el otro que no le agradaba; como por ejemplo, que éste le era infiel o no le amaba lo suficiente.
Cuántas personas habrán sido condenadas injustamente porque otras creían que eran culpables de algo.
Cuántas personas no habrán alcanzado la felicidad porque no se creían merecedoras de ello.
Cuántas personas no habrán intentado comenzar una bonita relación de amor con otra por creer que no serían correspondidas.
¿Por qué los seres humanos seguimos empeñados en que las creencias, o no creencias, sigan dirigiendo nuestras vidas, en demasiadas ocasiones, en contra de nuestra voluntad y de nuestros intereses?
¿De verdad son todas necesarias?
Una persona puede creer o dejar de creer en algo por tres motivos diferentes: el conocimiento, la ignorancia o el miedo.
Sobre el conocimiento hay poco que decir. Éste nos lleva a creer en cosas como la gravedad, la evolución, la rotación de la Tierra, el sistema solar, la fuerza electromagnética, la energía de las estrellas, las placas tectónicas, la composición molecular del agua, etcétera. Que sean hechos demostrados científicamente no prueban que sean forzosamente ciertos, como ya ha ocurrido en muchas ocasiones, pero al ser aceptados mayoritariamente y estar fundamentados sobre determinados conocimientos que se poseen en ese preciso momento, son creencias que pueden estar plenamente justificadas.
Las creencias motivadas por la ignorancia también están, por desgracia, muy generalizadas. Y no me refiero a las creencias en elementos sobrenaturales o difícilmente demostrables, como pueden ser la creencia (o falta de ella) en un único Dios, o en espíritus, fantasmas, etc. Me refiero a las creencias que no vienen motivadas por el sentido común o por un amplio razonamiento, sino más bien han sido establecidas por tradición, por herencia, por que es lo que todo el mundo cree o es lo que nos han enseñado a creer cuando éramos unos niños. Estas creencias irracionales son también las que nos llevan a romper con una pareja por creer que nos miente, sin haberlo podido demostrar; o son las que nos llevan a prejuzgar a otras personas tan sólo por su aspecto, procedencia, forma de hablar, tradiciones,... llevándonos incluso en ocasiones a condenar a inocentes. La ignorancia es también la que nos conduce a creer en determinadas personas que no son merecedoras de nuestra confianza, como ocurre muchas veces con los políticos a los que votamos en las urnas.
Pero la peor de todas es, sin duda, la creencia motivada por el miedo. Tampoco aquí me refiero a las creencias impuestas por terceros, ya que, un credo es algo tan personal que sería imposible obligar a alguien a creer en algo en lo que no quiere creer. Distinto es el que algunas personas finjan creer en algo por temor a ser rechazadas, expulsadas, humilladas, asesinadas, etc., como han tenido que hacer infinidad de personas a lo largo de la historia para salvar sus vidas. Pero este es un caso distinto al que estamos tratando, ya que nadie puede saber nunca lo que otra persona cree realmente, a no ser que ésta se lo diga, y todos sabemos lo fácil que es mentir. El auténtico peligro del miedo, aparte de ser totalmente irracional, es que ataca a lo más íntimo y personal que posee cualquier persona: a la mente; llevándola a actuar de forma inconsciente y peligrosa, como si de un bebé se tratase. Algunos ejemplos: todas aquellas personas que han creído y creen en un único Dios tan sólo por el miedo al castigo que Éste podría infringirles, en caso de existir; la imposibilidad de entablar alguna relación seria con otra persona por creer que no va a funcionar, es decir, por el miedo al rechazo; las injusticias cometidas sobre otras personas por creer que podían ser peligrosas, o sea, por el temor que producía el que fueran diferentes; la elección de un determinado líder por creer que será mejor que los otros existentes, o lo que es lo mismo, por miedo a ser gobernados por alguien no deseado; el miedo injustificado a ciertos animales que sabemos que son inofensivos, por creer que nos podrían hacer daño de alguna manera. Y así podríamos continuar con multitud de temores infundados, inconsistentes, que continuamente atenazan nuestro cerebro obligándonos a creer en cosas que no pasarían ni un primer examen racional, y que nos llevan a tomar decisiones perjudiciales para nosotros mismos o para otras personas y terminan conduciendo nuestras vidas por caminos que no son los más adecuados, ni los que realmente nosotros deseamos.
Las creencias surgidas por la ignorancia o el miedo pueden ser confundidas fácilmente. La diferencia fundamental sería que la primera nos llega del exterior: mentiras, manipulación, tradición, falsas interpretaciones, etc.; mientras que las creencias fundamentadas en el miedo, son estrictamente personales, y difícilmente podrían ser expuestas de forma lógica y razonable, aunque, paradójicamente, suelen tener más peso sobre nuestras decisiones, y por tanto en nuestras vidas, que cualquier otra. En muchas ocasiones pueden coincidir; cuando es la ignorancia la que hace brotar el miedo en nuestro interior, haciendo que éste se aferre a nuestro subconsciente hasta el punto de que lleguemos incluso a olvidar el verdadero motivo por el que llegó allí. En cualquier caso, tanto unas como otras son igualmente perjudiciales, y deberíamos luchar con toda nuestra energía por hacerlas desaparecer para siempre de nuestras vidas.
Conclusión: Nos complicamos demasiado la vida por creencias que, en la mayoría de los casos, ni tan siquiera es necesario que nos las planteemos. Por ejemplo, si nadie puede convencerme fehacientemente de la existencia, o no existencia, de un único Dios, ¿de qué me sirve planteármelo siquiera? Yo sé que tengo que procurar hacer lo correcto en todo momento; si Dios existe, sabrá recompensármelo, y si no, podré dormir con la conciencia tranquila por haber actuado como es debido. No tiene porqué cambiar nada el que crea o no. Ni que decir tiene que se puede creer en Dios libremente de una forma racional y consciente, teniendo muy claro lo que esto significa y siendo coherentes en todo momento con dicha creencia, de hecho, yo admiro a las personas que logran hacerlo, y encuentran en la fe un auténtico apoyo en sus vidas. Si lo pensamos bien, lo realmente importante de una creencia no es si ésta es verdadera o falsa, sino el daño o el beneficio que podría llegar a hacer. Lo mismo se podría concluir de otras muchas dudas que nos surgen diariamente y con las que convivimos. Solución: simplemente olvidarlas y actuar conforme nos dicten nuestros sentidos; sobretodo, el sentido común.
En definitiva, cuidado con lo que crees o dejas de creer, podría destruir tu vida (o solucionarla).
Yo creo en la grandiosidad del infinito Universo, por ser el creador y protector de todo lo conocido.
Admiro y respeto al Sol, porque me da luz y calor, y sé que es el origen y el germen del que surgió nuestro planeta.
Creo en la madre Tierra, porque me sustenta, me alimenta y me da abrigo.
Bendigo a la Luna y a las Estrellas, porque iluminan el cielo nocturno, dándole una belleza incomparable.
Amaré y protegeré por siempre al Agua, porque me refresca, me hidrata, y sé que es fuente de vida.
Comprendo y acato la acción del Viento, porque ayuda a mantener el planeta con temperaturas agradables y soportables, compatibles con la vida.
Adoro a todas las criaturas vivas que pueblan el vasto mundo, porque sin ellas nuestra existencia sería imposible, a parte de mucho más aburrida y sin sentido.
Creo en todos los hombres y mujeres santos que han dedicado su vida a impartir sabiduría y buenas obras por el mundo, porque gracias a ellos, la humanidad tiene un esperanzador futuro.
Creo en mí y creo en ti, porque nos une el espacio y el tiempo; porque este es nuestro momento; porque si no lo aprovechamos ahora, puede que nunca podamos hacerlo.
Y con respecto al resto de los misterios de la existencia, tan sólo soy un insignificante ser humano, nada digno de creer o dejar de creer en ellos.
Mis creencias no precisan de ninguna muestra externa de adoración, aparte de un profundo amor y respeto hacia todo lo que me rodea. Yo no necesito alzar los brazos entonando una plegaria; no necesito unir las manos en recogimiento junto a mis hermanos; tampoco tengo necesidad de hincar las rodillas en tierra, ni de fundirme en un abrazo con mis semejantes...
No pido que nadie crea en mí. Tan sólo pido ser amado y respetado. Es todo lo que pido, créanme.
21 Consejos, saludos, propuestas...:
¿Es obligatorio para una inteligencia tener creencias?
¿Una inteligencia sin NINGUNA creencia dejaría de serlo?
¿Seríamos menos humanos?
¿Para que vale creer? ¿En que cree Dios? ¿Y un Buda?
No se que decir. vienes a mi blog y me dejas perlas.
Mi corazon esta comprometido y lleno. Que es mi vida? si un solo ser lo inunda todo? Si lo abrazo todo en el?
No se que decir mas...
eternamente....aqui, amando a mares
marimar
Federico, dijo algo asó como: "Somo esclavos de nuestras creencias".
No obstante, la jerarquía católica, a sus sacerdotes, además de adoctrinarles sus creencias, por si acaso, les obliga a hacer voto de obediencia, por si falla lo anterior. Por lo tanto, las creencias son además volubles y variables, en el tiempo y en el espacio, y según Alberto, relativas.
¡Salud!
Hola Pedro, es un auténtico placer conocerte. Quiero manifestarte mi admiración por la vehemencia con la que defiendes la paz, la concordia, la razón, la amistad y el amor. Desde tu blog me haces reflexionar y me aportas ese gramo de idealismo al que la vida, tan dura, me ha hecho renunciar.
No cambies, por favor.
Un abrazo.
Irene
Me han enseñado a creer, y con el tiempo he ido cambiando mis creencias.
Hoy sólo creo en el Amor, por se puede llegar a la verdad.
Precioso tu escrito, es para repetir su lectura, muy profundo amigo.
Un fuerte abrazo.
Un extenso texto, al que sin duda habrias añadido más. Supongo que en él lo has dejado bastante claro, almenos todo lo que tu pienas que es así. Yo como humana y persona sensible no te voy a llevar la contraria, entre otras cosas por que soy respetuosa con los demás, y cualquier opinión y postura lo es.
Al final de tu texto nos pides que te creamos, y te creo. Fíjate que no te conozco y aún así tienes mi voto de confianza.
Besos tranquilos y tiernos.Deseo que tengas una feliz y agradable semana.
** MARÍA **
Hola Pedro, como siempre un excelente escrito, no pude evitar quedarme pensando acerca de como las creencias de unas personas han hundido a otras, me reservo mi opinion debido a que es un tema moral muy subjetivo eso de saber hasta donde valen mis creencias. Lo que si me animo a decir es que lo bueno de las creencias e incluso los habitos es que se pueden revisar minuciosamente y despues de mucho esfuerzo cambiarlos, en lo personal creo que los mas dificiles son presisamente los impuestos, un saludi desde mexico, que tengas una excelente semana
me encanto lo que hoy escribiste y con tanta profundidad
creo en la vida, creo en mi, creo en Dios y en el ser humano
creo en los sentimientos y en el amor
creo en el egoismo de muchos que hacen la vida mas dificil y complicada
creo en la maldad que esta en muchas personas por diferentes razones y que hacen daño
creo que el mundo lo unico que no tiene que perder jamas la fe en el amor que es la que logra un mundo mejor
no me siento ignorante y menos sabia, pero si como persona he sentido el miedo de no equivocarme y de no dañar a nadie
he luchado hasta con las injusticias por ayudar a muchas personas
pero siento que en todo lo creo le pido dia a dia a Dios que me de la fuerzas para luchar por un mundo justo bella utopia mia y que el hambre y la pobreza no exista tanto
todo esto no quiere decir que soy perfecta, tengo mil defectos y mil virtudes y lo mas importante es que se perdonar y no guardar rencor
por eso creo tanto en el amor y en lso sentimientos y me envuelvo en ellos
hermoso y el tema da oara mas
garacias por tus bellos saludos y tu compañia amigo
te dejo muchos cariños y que estes muy bien
mil besitos
besos y sueños
El ser humano tiene, como es normal, infinidad de dudas. Tiene la capacidad de cuestionarse, y con tal capacidad, surgen preguntas que la mente no es capaz de procesar debido entre otras cosas a la propia mente, a la lógica. Cuando la mente no encuentra respuesta, cosa que suele ser muy habitual, pocas opciones nos quedan y la respuesta de la creencia, es muy habitual. Aquí surgen generalmente los juicios, las morales, las comparaciones, y con todo esto, la separación debida a las causas que pusiste en tu entrada: el miedo y la ignorancia, puesto que lo que la mente no puede compartir a su manera, de forma racional, genera confusión y reacciones que no suelen estar tampoco muy justificadas.
¿Qué necesidad tenemos de seguridad? ¿Qué seguridad nos pueden dar creencias que lo único que hacen es restringirnos, ponernos una meta generalmente?
Me han gustado mucho las preguntas que se plantea Carolus: “¿En qué cree Dios?¿Y un buda?“
Ahora yo planteo : ¿Acaso nosotros no somos por nosotros mismos? Nosotros podemos ser, y en mi opinión, somos cocreadores de todo aquello que nos rodea, creadores de nuestra propia realidad.
En verdad, no resultan un problema las creencias, siempre y cuando éstas no quieran dominar y predicar sobre los demás, puesto que es aquí donde surgen la gran mayoría de complicaciones. Todo aquello que nos aporte para nuestro camino, es útil. Repito la frase que pusiste en tu anterior entrada: Vive y deja vivir.
Un abrazo.
y aqui me prezento yo como Pedro por zu caza, yo soy muy chiquinina así que no zabría como ayudarte a cresé, lo seguiré intentando.
Bezos pa tí.
Bueno post
Pienso que todos debemos actuar sin esperar recompensa.
Un abrazo y gracias por pasar.
La sensibilidad es la capacidad propia de los seres vivos de percibir.
Fascinante
Besos
estamos contaminados por la "educacion" que rcibimos de pekes, donde nos etiquetan las acciones y las cosas (esto e sbueno, esto es malo) y tnonces para agradar a los demas o sentirnos comodos con nosotros mismos actuamos bajo ese estandar... y vivimos asi, creyendo que eso esta bien. Y qué pasa cuando aparece otro que le enseñaron algo distinto? Problemas...
Yo pido tolerancia, respeto y libertad, ofrezco lo mismo.
¿Por qué los seres humanos seguimos empeñados en que las creencias, o no creencias, sigan dirigiendo nuestras vidas, en demasiadas ocasiones, en contra de nuestra voluntad y de nuestros intereses?
Yo no lo hago nunca lo hice fui simplemente una mujer y lo sigo siendo
En verdad es increíble la cantidad de circunstancias que construimos a raíz de un pensamiento... la vida se nos puede ir en ella...a pesar de que se fracture ante la inminente realidad... los pensamientos que se vuelven creencias pueden ser mas fuertes que las mismas situaciones... y experiencias...
Ya es tiempo de hacerlas a un lado... de disfrutar de la vida como se presenta y aprenderla a mirar para hacernos juicios y criterios ciertos que se basen en certezas... no en creencias...
Hermoso post... que me hacaído como anillo al dedo.. en este momento de mi vida... que muchas creencias me hicieron estacionarme en 4 paredes ... creyendo que las opciones se habían terminado...
Gracias.
Mariluz.
Buenas Tardes!!!, Pedro canoero se mecía el agua, lejos de la costa...es una canción dedicada a tantos canoeros en el litoral de Argentina y cuando digo Pedro, me acuerdo de ella.
Ahora, sí, bueno mira para mi la vida, hace años, es más simple de los que la vemos. Crees en Dios, Buda...todo está bien, me importa trabajar sobre mi actos, tratando de ser cada día un poco mas justa, tolerante con el mundo interior y exterior en el que existo. Pedro, un fuerte abrazo, muy bueno el post. Buen fin de semana!!!.
De regreso de nuevo a tu blog para desearte, feliz fin de semana.
Beos,
** MARÍA **
Pedro: Las religiones,los políticos,etc,etc, Todos quieren, poder y más poder. Nnca pude entender como se puede martar a seres humanos con la espada en una mano y la cruz en la otra.Nunca pude entender, como se puede nombrar santos a quién encima de un caballo alza su espada. Nunca llego a entender como Dios permite, tanta guerra y tanto odio, si su Hijo Jesus,murió por nosotros.Nunca llego a entender que las Navidades sean mensajes de paz, sólo por unos días.
Pedro te deseo una buena semana y recuerdo a los amigos en Chiclana. Hasta siempre.
Antonio
Para mi , vas en buena dirección , el trabajo con los miedos es el comienzo .
También es importante el darse cuenta de quién te rodea y de su intención , consciente o inconsciente.
Eso sería para poder crear tu mundo , establecer la armonía que conoces o recuerdas , ya de forma consciente y real en las condiciones presentes de este plano.
Guillermo.
Para mi , vas en buena dirección , el trabajo con los miedos es el comienzo .
También es importante el darse cuenta de quién te rodea y de su intención , consciente o inconsciente.
Eso sería para poder crear tu mundo , establecer la armonía que conoces o recuerdas , ya de forma consciente y real en las condiciones presentes de este plano.
Guillermo.
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