lunes, 31 de marzo de 2008
Recordando mi tiempo pasado, me doy cuenta de los muchos cambios que en mí se han producido con el correr de los años. Uno de ellos tiene que ver con mis creencias religiosas, y es de lo que quiero hablar en estos momentos, ya que una acuciante reflexión se ha instalado hace algún tiempo en mi castigado cerebro, obligándome una y otra vez a pensar sobre ello. Este escrito pretende ser mi liberación de dicha tortura, aunque me temo que dicha liberación sólo será temporal, como suele ocurrir con todo lo que compete a los arcanos misterios de la mente. Aún así, la apremiante necesidad de desahogo me insta a hacerlo, convirtiéndote a ti, inocente lector, en víctima involuntaria de una de mis incesantes ideas imposibles.
Y sin más dilación vamos a ello.
De pequeño fui criado, no de forma muy estricta, en la observancia de la fe católica, apostólica y romana, debo decir que más por tradición y cultura que por propia fe. Así que hasta bien pasada mi adolescencia y metido de lleno en mi juventud creía sin sombra de duda en la existencia de un Dios todopoderoso, omnipresente y creador; creía también que se hizo carne en la persona de su hijo Jesucristo, bajando a la Tierra con el fin de salvar a todos los hombres de sus pecados; creía en la Virgen María, en los ángeles, en los santos, en el perdón de los pecados, en la vida eterna, etc. Era lo que me habían inculcado desde mi nacimiento, no conocía otro modo de vida y, por tanto, nunca me surgían dudas al respecto ni se me pasaba por la mente que todo aquello podía ser falso o no del todo cierto. Creía ciegamente, lo cual no quiere decir que sea malo; a esas edades no hay otra forma de creer que no sea la infundida por las personas que nos rodean y nos inspiran con su ejemplo.
Con más de veinte años, no sabría decir exactamente cuándo, cómo ni por qué, me volví ateo hasta la médula; supongo que sería un proceso paulatino, un cúmulo de circunstancias, la que me llevaron a tal situación de incredulidad (aunque más que incredulidad yo lo llamaría un cambio de creencias, ya que no creer en ningún Dios también supone un acto de fe importante). También supongo que sería un cambio lógico, fruto de nuevos entornos sociales y transformaciones hormonales tendentes a la rebeldía propias de la edad.
Así permanecí durante largos años, hasta que más adelante, en otro momento de mi vida de mayor madurez y solidez emocional, llegué al convencimiento de la pérdida de tiempo que suponía el plantearse estas cuestiones metafísicas de imposible resolución, así que concluí en dejar de cuestionarme tales cosas, es decir, entré en una etapa de pasotismo religioso. Pensé (y sigo pensando) que las creencias religiosas eran algo íntimo y personal, y que cada cual podía creer en lo que le diese la gana siempre y cuando respetase a sus semejantes y no hiciese daño a nadie.
Esta idea fue evolucionando con el transcurrir del tiempo, incubando una nueva transformación que surgiría desde lo más profundo de mi ser, cambiando mi modo de pensar y de ver las cosas hasta el momento actual (a ver lo que dura). Empezaré a explicarme con un ejemplo que creo que puede ser bastante esclarecedor, y además fue el germen sobre el cual afloró este pensamiento (nada nuevo, por otro lado): no sé si conocerán la forma que tienen en la India de domesticar a los elefantes (yo lo vi en un documental, no vayan a pensar que he domesticado a ninguno). De pequeño, le atan una pata a una estaca con una cadena, de manera que si el elefante tira de ella, ésta le aprieta y le hace daño. La cría de elefante aprende, y en poco tiempo deja de tirar para zafarse. Pasado un tiempo, su dueño e instructor le puede retirar la cadena tranquilamente sabiendo que el paquidermo no intentará huir jamás. La cadena ya no está, no existe, nadie la ve... Nadie excepto el elefante, para él sigue estando, y permanecerá allí toda su vida. Aunque la cadena sólo esté en su mente, para él será tan real como cuando estaba físicamente apresando su pata y privándole de la libertad. El elefante no sólo cree en la cadena, sino que además actúa en consecuencia resistiéndose a escapar de su dueño.
Pues pienso que lo mismo ocurre con Dios, o con cualquier otro tipo de creencia. Mientras exista alguien que crea en Él y actúe en consecuencia, será como si Dios existiese. Poco importa que no sea una realidad física, palpable e incuestionable, lo realmente importante es que es una idea que posee vida propia a través de la gente que en ella cree; sus consecuencias son reales: hay gente que muere, otras que se salvan, a otras muchas les da sentido a sus vidas, o les ayuda a afrontar la inevitable muerte, etc. Todo esto es real, y es la idea de Dios en la mente de la gente la que produce estos efectos y tantos otros en el mundo en que vivimos. Por poner otro ejemplo más cercano, sé de gente mayor, creyentes, allegados a mí, a los que su creencia en Dios les proporciona tranquilidad y bienestar, les da una explicación, necesaria para ellos, sobre el misterio de la cada vez más cercana muerte, y esto es algo que les infunde confianza y ánimo en sus quehaceres diarios. No seré yo quien intente persuadirlos de sus ideas, máxime cuando ni siquiera estoy seguro (ni podré estarlo nunca, me temo) de cual sería la verdad sobre la que tendría que convencerlos. La lástima es que también se dan muchas consecuencias negativas, y es contra ellas contra las que habría que luchar sin tregua, ya que la mayoría de las veces, estas consecuencias no tienen nada que ver con las creencias en sí, sino que vienen más bien impuestas por intereses particulares ajenos a ningún tipo de religión.
Yo ahora me alegro de que me hayan educado como lo hicieron, a pesar de haber renegado tanto de ello. Reconozco que tuvo sus inconvenientes, como el sentimiento de culpabilidad tan atormentante cada vez que me masturbaba, por mencionar alguno, pero no hay nada perfecto en esta vida (quizá en la otra sí). Incluso estoy llegando a pensar, de acuerdo con mi mujer, que a mi futuro hijo empezaré a educarlo también de la misma forma (aunque algo más abierta), observando los preceptos, rituales y, sobretodo, la moral cristiana, tal y como hicieron conmigo. Con el tiempo, y a medida que vaya adquiriendo madurez, supongo que podré ir revelándole lo que realmente opino, y que él decida. Creo que es un enorme error dejar que un crío se eduque sin ningún tipo de fe religiosa, porque entonces él tomará las suyas propias, que seguramente irán más encaminadas a la diversión y el juego que a otra cosa, como es lógico, teniendo en cuenta la falta de desarrollo emocional y mental de un niño. Puede que sea un poco pronto para hablar de estas cosas, ya que desconozco las nuevas transformaciones que el tiempo producirá en mí, pero de momento es esto lo que opino.
En fin, pues esto es todo lo que tenía que decir (de momento); ya me quedo más tranquilo (espero). En definitiva es lo que vengo diciendo desde hace tiempo: lo importante de las creencias no es si son ciertas o no, sino el daño o beneficio que hacen o pueden llegar a hacer.
Y concluyendo, que cada cual crea en lo que quiera y deje creer a los demás también en lo que les venga en gana, siempre con la barrera del respeto mutuo y la mirada puesta en el bienestar general, que a fin de cuenta también es el propio.
Y sin más dilación vamos a ello.
De pequeño fui criado, no de forma muy estricta, en la observancia de la fe católica, apostólica y romana, debo decir que más por tradición y cultura que por propia fe. Así que hasta bien pasada mi adolescencia y metido de lleno en mi juventud creía sin sombra de duda en la existencia de un Dios todopoderoso, omnipresente y creador; creía también que se hizo carne en la persona de su hijo Jesucristo, bajando a la Tierra con el fin de salvar a todos los hombres de sus pecados; creía en la Virgen María, en los ángeles, en los santos, en el perdón de los pecados, en la vida eterna, etc. Era lo que me habían inculcado desde mi nacimiento, no conocía otro modo de vida y, por tanto, nunca me surgían dudas al respecto ni se me pasaba por la mente que todo aquello podía ser falso o no del todo cierto. Creía ciegamente, lo cual no quiere decir que sea malo; a esas edades no hay otra forma de creer que no sea la infundida por las personas que nos rodean y nos inspiran con su ejemplo.
Con más de veinte años, no sabría decir exactamente cuándo, cómo ni por qué, me volví ateo hasta la médula; supongo que sería un proceso paulatino, un cúmulo de circunstancias, la que me llevaron a tal situación de incredulidad (aunque más que incredulidad yo lo llamaría un cambio de creencias, ya que no creer en ningún Dios también supone un acto de fe importante). También supongo que sería un cambio lógico, fruto de nuevos entornos sociales y transformaciones hormonales tendentes a la rebeldía propias de la edad.
Así permanecí durante largos años, hasta que más adelante, en otro momento de mi vida de mayor madurez y solidez emocional, llegué al convencimiento de la pérdida de tiempo que suponía el plantearse estas cuestiones metafísicas de imposible resolución, así que concluí en dejar de cuestionarme tales cosas, es decir, entré en una etapa de pasotismo religioso. Pensé (y sigo pensando) que las creencias religiosas eran algo íntimo y personal, y que cada cual podía creer en lo que le diese la gana siempre y cuando respetase a sus semejantes y no hiciese daño a nadie.
Esta idea fue evolucionando con el transcurrir del tiempo, incubando una nueva transformación que surgiría desde lo más profundo de mi ser, cambiando mi modo de pensar y de ver las cosas hasta el momento actual (a ver lo que dura). Empezaré a explicarme con un ejemplo que creo que puede ser bastante esclarecedor, y además fue el germen sobre el cual afloró este pensamiento (nada nuevo, por otro lado): no sé si conocerán la forma que tienen en la India de domesticar a los elefantes (yo lo vi en un documental, no vayan a pensar que he domesticado a ninguno). De pequeño, le atan una pata a una estaca con una cadena, de manera que si el elefante tira de ella, ésta le aprieta y le hace daño. La cría de elefante aprende, y en poco tiempo deja de tirar para zafarse. Pasado un tiempo, su dueño e instructor le puede retirar la cadena tranquilamente sabiendo que el paquidermo no intentará huir jamás. La cadena ya no está, no existe, nadie la ve... Nadie excepto el elefante, para él sigue estando, y permanecerá allí toda su vida. Aunque la cadena sólo esté en su mente, para él será tan real como cuando estaba físicamente apresando su pata y privándole de la libertad. El elefante no sólo cree en la cadena, sino que además actúa en consecuencia resistiéndose a escapar de su dueño.
Pues pienso que lo mismo ocurre con Dios, o con cualquier otro tipo de creencia. Mientras exista alguien que crea en Él y actúe en consecuencia, será como si Dios existiese. Poco importa que no sea una realidad física, palpable e incuestionable, lo realmente importante es que es una idea que posee vida propia a través de la gente que en ella cree; sus consecuencias son reales: hay gente que muere, otras que se salvan, a otras muchas les da sentido a sus vidas, o les ayuda a afrontar la inevitable muerte, etc. Todo esto es real, y es la idea de Dios en la mente de la gente la que produce estos efectos y tantos otros en el mundo en que vivimos. Por poner otro ejemplo más cercano, sé de gente mayor, creyentes, allegados a mí, a los que su creencia en Dios les proporciona tranquilidad y bienestar, les da una explicación, necesaria para ellos, sobre el misterio de la cada vez más cercana muerte, y esto es algo que les infunde confianza y ánimo en sus quehaceres diarios. No seré yo quien intente persuadirlos de sus ideas, máxime cuando ni siquiera estoy seguro (ni podré estarlo nunca, me temo) de cual sería la verdad sobre la que tendría que convencerlos. La lástima es que también se dan muchas consecuencias negativas, y es contra ellas contra las que habría que luchar sin tregua, ya que la mayoría de las veces, estas consecuencias no tienen nada que ver con las creencias en sí, sino que vienen más bien impuestas por intereses particulares ajenos a ningún tipo de religión.
Yo ahora me alegro de que me hayan educado como lo hicieron, a pesar de haber renegado tanto de ello. Reconozco que tuvo sus inconvenientes, como el sentimiento de culpabilidad tan atormentante cada vez que me masturbaba, por mencionar alguno, pero no hay nada perfecto en esta vida (quizá en la otra sí). Incluso estoy llegando a pensar, de acuerdo con mi mujer, que a mi futuro hijo empezaré a educarlo también de la misma forma (aunque algo más abierta), observando los preceptos, rituales y, sobretodo, la moral cristiana, tal y como hicieron conmigo. Con el tiempo, y a medida que vaya adquiriendo madurez, supongo que podré ir revelándole lo que realmente opino, y que él decida. Creo que es un enorme error dejar que un crío se eduque sin ningún tipo de fe religiosa, porque entonces él tomará las suyas propias, que seguramente irán más encaminadas a la diversión y el juego que a otra cosa, como es lógico, teniendo en cuenta la falta de desarrollo emocional y mental de un niño. Puede que sea un poco pronto para hablar de estas cosas, ya que desconozco las nuevas transformaciones que el tiempo producirá en mí, pero de momento es esto lo que opino.
En fin, pues esto es todo lo que tenía que decir (de momento); ya me quedo más tranquilo (espero). En definitiva es lo que vengo diciendo desde hace tiempo: lo importante de las creencias no es si son ciertas o no, sino el daño o beneficio que hacen o pueden llegar a hacer.
Y concluyendo, que cada cual crea en lo que quiera y deje creer a los demás también en lo que les venga en gana, siempre con la barrera del respeto mutuo y la mirada puesta en el bienestar general, que a fin de cuenta también es el propio.
27 Consejos, saludos, propuestas...:
Comulgo con tu pensamiento, es necesario guiar a los chicos de algún modo, con algún tipo de fé, no dejarlos a la deriva, que encuentren ellos su propio rumbo...
Te dejo saludos, que pases una linda semana!
Es una buena reflexión, y un gran ejemplo lo de la cadena... No poseo un concepto claro para darlo, tal vez porque desde hace mucho pienso como tú, que son cosas íntimas, y a veces me sorprendo a mí misma creyendo en cosas que ni me esperaba, cmo si quisiera hacer que no veo mi cadena... Si es verdad que las acciones, los valores y muchas otras cosas más están por encima de las religiones o doctrinas, y son a las que principalmente atiendo...
Por otro lado, siempre hay que desglosar un poco estas cosas, y desvincular un poco la Iglesia, la religión, Dios, etc.
Un abrazo
Mejor ejemplo no podías haber puesto, perfecto, el elefante y su cadena. Si me permites te pongo otro.
Hace un tiempo conocí a un chico totalmente vegetariano en sus creencias y modos de vida y argumentando todo lo posible el bienestar que esa alimentación le reportaba, pues bien, llegó el momento en que iba a visitar a sus padres y le pregunté, - Y allí, que tal te arreglas con la comida tradicional de tu madre?- a lo que respondió.
- Ah! No, cuando visito a mis padres como todo lo que mi madre ha cocinado toda la vida y me saber riquísimo por cierto. Jajaja.
No sé si te servirá de algo pero al leerte me lo ha recordado.
Besos salados
Hola Pedro, me ha encantado este post. Yo al igual que tu, he sido criado bajo una religion catolica que sin bien no fue estricta si fue constante, se me inculco creer en Dios, en la virgen maria, en Jesus, en el amor al projimo y en la iglesia. Se satanizo (que raro) al diablo, la santeria, la brujeria y varias conductas humanas. Al crecer fui siendo mas curioso y me entere de las cruzadas de la iglesia catolica, la quema de brujas, la pedofilia de algunos sacerdotes y las cosas que no te enseñan en el catecismo pero tambien conoci a Dios, el amor al projimo y las cosas buenas que Dios ofrece que en mi opinion existen. Debido a esto, yo creo en Dios abiertamente pero descalifico completamente a la iglesia catolica por haber impuesto por la fuerza una fe que se basa en el amor, acogiendo a quienes no tenian mas opcion que aceptar esta fe y matando a quienes dijeron no molestes. Suena contradictivo pero si se piensa un poco quizas alguien mas le encuentre sentido, igual, esto es mio y funciona para mi.
Un abrazo, que tengas muy buen dia.
Querido Pedro, esta reflexión a la que haces mención creo que todas la personas que nos hemos criado igual que tú, bautizados, con comunión...nos hemos planteado alguna vez.
Cuando conocí al que hoy es mi marido, él iba a misa cada domingo (creo que más por costumbre que por convicción) y yo estaba ya en la fase de negación y rebeldía, pero como soy consecuente hasta la médula decidí hacer un trato con él. Yo iba durante un mes a misa con él los domingos.... y así podríamos después discutir con conocimiento de causa. Aquellos domingos sirvieron para traerle "al lado oscuro" es decir para renegar de la iglesia. Que no de la creencia, que es muy diferente. Siempre digo que tengo envidia de la gente que tiene una fe sólida... al menos, para ellos la vida tiene un sentido. Yo encuentro solo desasosiego cuando pienso que cuando se acaba, se acaba y punto.
Tengo un momento de inflexión en mi vida con una historia un poco "sobrenatural" por llamarle de alguna manera que algún día contaré en mi blog de la oscuridad... Aquella historia me hizo dudar, al menos, de que después, hay algo más.
Un beso y siento esta longuitud tan pesada de comentario
Natacha.
Pedro AMIGO, ésta entrada me saca algunas dudas que te envié por mail, jajaja.
Yo creo en Dios, he creido desde que tengo noción. En mi casa mi mamá es Católica no fanática y mi papá Protestante no fanático. Es así que con mis 4 hermanos me crié, creo hace muchos años, de una forma libre. No fuimos bautizados de bebés, ello creen que se debe elegir la religión cuando adultos. Mi mamá estuvo muchos años atormentada, porque en el barrio algunas personas, incluso el sacerdote que venía a dar las Novenas que éramos "Hijitos de la Vida" y no del Señor. Nosotros crecimos con bastante normalidad con respecto a la religión.
Me bauticé a los 25 años por la Iglesia Católica, nos casmos por Iglesia, bautizamos a Carla y Lucía.
A ellas, cuando niñas les leía la Biblia Infanti que es preciosa!!!, cuando llegó la hora de la Primera Comunión...les preguntamos si las querían hacer y dijeron que sí. Luego no hicieron la Confirmación por decisión de ellas.
En mi opinión hay que darle a los niños una educación religiosa, sea del origen que uno quiera, pero no llenarles la cabeza con lo del Infierno, la Castidad...
Con libertad y límites, los niños se las arreglan a transitar la vida, si se equivocan se levantan, pero sobre todo PEDRO EL AMOR ES LO ÚNICO QUE LOS HACE FELICES.
Se van preparando para entregarle a la estrellita!!!(niña o niño dá igual), ojalá pueda acompañarlos en la bienvenida.
Mis chuik chuik para vos, tu amor y unos abrazos muy fuertes.
AMIGO ME AYUDAS A CRECER!!!
Guiar a los chicos es importante¿quien nos guía a nosotros¿lo es?
Se ha demostrado que las personas que tienen inquietudes espirituales, y tratan de satisfacerlas, son más felices y son más longevos que los que no tienen fe.
Los hijos siempre necesitan tener una guía moral y ética.
Saludos:)
Creo que muchos nos identificamos contigo Pedro. A mí me criaron exactamente igual que a ti... a los 14 años empecé a participar en un grupo juvenil de una parroquia y vi lo que los curas hacen "en nombre de Dios" y sufrí una crisis existencial.
Sigo creyendo en Dios, pero no voy a misa, jamás me he confesado, ni comulgado, ni les creo a ningún cura... creo que el título se lo han investido ellos y son hombres, tal vez más pecadores que otro. Así que si me hablan de Dios, todo bien, pero no me hablen de la Iglesia Católica.
He dicho, jejejej.
besos
Creo que a todos nos ha pasado amigo. Hay épocas en las que nos distanciamos de cualquier tipo de creencia y pensamos que somos los únicos, que no necesitamos ayuda; sin embargo el vacío en el corazón, nuestra terrible soledad y la certeza de no ser los más grandes nos ponen de vuelta a la realidad. Es ahí cuando reconocemos que a parte del alimento para nuestro cuerpo el alma también calma ser ciudada. Es constante renovación pedro, Dios existe, estoy de acuerdo contigo.
Un abrazo
Carlos Eduardo
Hola Pedro:
Me gustó mucho tu comentario y además estoy de acuerdo con él. No creo en Dios pero no niego su existencia, me explico: no sé si existe o no, pero tampoco es algo que me plantee muy a menudo. Sencillamente, no necesito de un dios para justificar mi existencia ni la del mundo.
Dios existe en la mente y los corazones de todos aquellos que así lo creen y lo viven.
Es un poco absurdo plantearse su existencia o no, dadas sus mil formas y manifestaciones... tantas como cabezas pensantes y seres sintientes le den forma y existencia.
Muchos besos y un fuerte abrazo.
Muchísimos besos a todos.
Cada día me gustan menos las religiones, y cada día me dan más miedo. Como tú muy bien concluyes, la religión, o las creencias, o la fe, debe ser algo íntimo y personal de cada uno en su casa, y no debe trascender más allá de sus cuatro paredes.
Abrazos
Yo al igual que tú he pasado por varias fases desde creer a pies juntilla a creer cirtas cosas e incluso a plantearme si tal vez Dios es una creacion del hombre y lo cierto es que aún no se bien que creer. Un Beso
Hola pedro
Primero felicitarte por tu casa,esta preciosa!
Creo que a todos nos ha pasado que en algún minuto nuestras dudas se hacen presentes,creo que es absolutamente sano.En mi caso soy católica esa fue la religión que mis padres me dieron,no voy a misa la verdad,y para ser honesta el tema de las religiones no me identifican para nada,creo que en nombre de las religiones y lo que es peor en nombre de dios se han cometido tantas barbaridades que simplemente no me identifican.
SI creo en Dios,porque hay algo dentro de mi que me permite respirar...
Te dejo cariños
muy buen post felicitaciones
He impreso tu entrada y la he querido leer con la calma que la reflexión que haces, merece.
Siento algo de lástima que después del recorrido vital que has tenido vuelvas al principio.
Las religiones sí que merecen un estudio en profundidad, cada día asisto más atónita a la incoherencias de la Iglesia Católica. Preconizan una cosa y hacen otra, ya sabes, a Dios rogando y con el mazo dando.
Un hijo necesita educación, cariño, palabras, reflexiones, argumentos, ejemplos, coherencia, límites, esa labor corresponde a los padres, no a un ser invisible por muy poderoso que se crea que es.
Siento discrepar, pero sacar a la palestra un tema tan polémico es lo que tiene.
Besitos
Brillante escrito,me ha gustado como expresas las cosas.
Ojalá pudiera creer en algo o en alguien mi alma estaría más tranquila.Gracias por el coment. Besos
Todas las religiones buscan lo mismo: poder y mas poder,
Pedro, nuestro Dios, no creo que busque en el hombre intereses, más bien AMOR.
ESTE ES MI DIOS, el que quiere AMOR ENTRE LOS SERES HUMANOS.
Un abrazo.
p.d.No te preocupes, Chiclana es grande y hay sitio para todos los amigos del blog.
UN FUERTE ABRAZO
Hola Pedro,
es normal que en la adolescencia y primera juventud se pierda un poco la fe que nuestros padres nos inculcaron de pequeños, confio que con la madurez poco a poco vayas recuperándola. Busca la verdad con el corazón en la mano y te volverás a encontrar con Dios. No creo que Dios exista porque haya gente que crea en el, pues la mente del hombre es finita y no es posible que por si misma piense en algo que hace referencia a un ser superior infinito, que todo lo puede. Solo Dios, el creador del hombre, puede haber introducido en la mente finita del hombre la posibilidad de pensar en EL. En consecuencia, para mi no solo Dios existe, independientemente del numero de personas que crean en el, sino que además sale a nuestro encuentro cada día, nos ama, y quiere que seamos felices. No creo en Dios por el daño o beneficio que me produzca,sino porque existe realmente, ahora bien necesitamos FE para creerlo.(al igual que creemos en el aire aunque no lo vemos, pero notamos su presencia).
La Fe, es un don de Dios que Éste da a los que buscan la Verdad con humildad. Es imposible educar a unos hijos en la fe cristiana si uno no la tiene, lo primero es recuperar la propia fe y para ello solo hay que tener una predisposición a escuchar a Dios que se manifiesta continuamente en nuestra vida. Un saludo y que Dios te bendiga. JOSE
Pedro, como te dije, me gusta tu forma de escribir tan comprometida, tan valiente a la hora de expresarte.
Bueno, quería decirte que también me educaron como a la mayoría y que las dudas tarde o temprano siempre llegan y doy gracias de que suceda así porque significa que no piensan por nosotros.
Los que más me han hecho dudar de ese Dios que me enseñaron han sido mis propios hijos, que a veces creo que son ellos los que me educan a mi y no al revés.
Mi hijo, con siete años me dijo que no pensaba que Adan y Eva hubieran existido en realidad porque entonces todos tendríamos los mismos apellidos.
Eso mismo, que bendito todo el que duda porque significa que piensa por si mismo y eso es maravilloso.
Eva.
Eva, debes de tener unos hijos superdotados, pues un niño normal no se plantea eso, simplemente repite lo que ha escuchado a su "maestro". ¿No será que tu hijo no ha tenido en casa nadie que le explique la biblia como se le explica a un niño?.
Si los padres no educamos a nuestros hijos según nuestros valores religiosos, morales,etc lo haran sus "maestros" por nosotros. No pidamos a nuestros hijos que crean y tengan la fe que no han mamado en casa.
Si los apellidos de Adán y Eva es lo que te hace dudar de Dios es que no creías mucho en EL.
Saludos y que Dios te bendiga.
JOSE
Gracias es hermoso lo que escribiste.
Hola Pedro,
No importa que creas o no, ni la causa, ni la razón. Pero, si tengo claro que no eres un elefante. La impronta, siempre se arrastra, pero ... no puedo estar mas disconforme con lo de criar a los hijos en un sentimiento religioso. Creo, y ahora soy yo quien aporta la creencia, que a los niños hay que educarlos, domesticarlos, o imbuirles una impronta de escrupuloso respeto por los demás, por lo ajeno y por lo desconocido. Ellos ya creerán o no en lo que les corresponda creer o no, pero el respeto y la prudencia, harán todo lo demás.
No debemos apoyarnos en los ritos sino en su fundamento, no debemos crear mitos que no sean los propios.
Es cierto que nuestra inteligencia está limitada y nuestro conocimiento, pero la revelación, no puede ser el término, ni el fin, ni la ansiada paz, pues es un enroque del pensamiento, a la realidad y al respeto debido por voluntad divina y no propia.
Recuerda el pavo o al cerdo que tras una vida dulce y confortable, le llega el día de Navidad o el de San Martín.
Entiende estas pocas líneas como el mayor acto de cariño, amistad y respeto que puedo tener hacia a ti.
Un abrazo.
Pásate por mi blog please, tienes una cosilla que te espera.
Kisses
Muy acertado en este caso el paradigma del elefante.
Yo fui criada en la religión cristiana, apostólica y romana desde la cuna, aunque siempre renegué del papa, por su castillo y su oro, nada que ver en comparación con Jesús.
Nunca le impuse creencias religiosas a mis hijos, a medida que crecían y preguntaban, mis respuestas se basaban en el acontecimiento histórico más que a la propia religión, de este modo le dejaba el libre albedrío de creer o no.
Arazos.
Hola Pedro,
Interesante eso que dices sobre las creencias, y su utilidad para el bien (a veces, desgraciadamente, para el mal). Coincide bastante con un post que escribí en mi blog, titulado "La verdad... ¿y qué es la verdad?" Te invito a leerlo si te apetece.
Un saludo
Yo también creo que hay que donar algo de pensamiento trndescental a los hijos. Me ha gustado cómo lo enfocas tú, por los resultados, muy pragmático. Lo que es bueno siempre hará bien.
Pero cuando he ido a los comentarios he visto que la foto de tu perfil parece la cabeza de un buda ¿?.
saludos
@ mujer con piernas
Buda y Jesucristo e incluso la Iglesia con mayúscula, la de Teresa de Calcuta, (que no la iglesia con minúscula, la de la jerarquía romana)
no presentan ningún conflicto, ya que ambas tienen un trasfondo ético casi perfecto y desde luego, ambas son perfectamente compatibles. En mi opinión.
@ perdona pedro por abusar de tu amabilidad
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